JUNIO 19

" Ha
reposado sobre mí Tu furor, Y me has afligido con Todas Tus olas." Salmo
88:7"
Ha reposado sobre mí Tu furor". Creía que Dios estaba verdaderamente enojado con él, y lleno de ira hacia él, inclusive como Él está airado con los impíos; pero eso no era verdad. Porque hay una diferencia muy importante entre la ira de Dios con Sus hijos y la ira de Dios con Sus enemigos; y no tuvo suficiente discernimiento de esa diferencia, de la misma manera que tememos que muchos hijos de Dios aun ahora la olvidan, y por tanto piensan que el SEÑOR los está castigando de acuerdo a estricta justicia, y los está hiriendo como si Él fuera su verdugo. Ah, si los pobres creyentes anonadados pudieran ver esto, ellos aprenderían que eso mismo que ellos llaman ira, es únicamente amor, en su propia sabía manera, que busca su mayor bien.
Piensa en Jesucristo, a quien el furor de Dios presionó con mucha dureza, fue
afligido en verdad con todas las ondas de Dios. Él es nuestro Salvador, un
hombre como nosotros, el amante más carísimo de nuestras almas; y debido a que
Él ha conocido y sufrido todo esto, Él puede sentir simpatía por nosotros
independiente de cuál sea la tribulación que se pueda abatir sobre nosotros. Su
pasión ha terminado, más no así Su compasión. Él ha soportado la indignación de
Dios, y la ha desviado lejos de nosotros: las olas han perdido su furia, y
gastaron su fuerza sobre Él, y ahora Él se sienta sobre las inundaciones, sí,
se sienta como Rey por siempre y para siempre. Al pensar en Él, el
Crucificado, nuestras almas pueden derivar consuelo, no sólo de Su simpatía y
de Su socorro poderoso, sino que también podemos aprender a mirar nuestras
tribulaciones con un ojo más calmo, y juzgarlas más de conformidad al verdadero
estándar. En la presencia de la cruz de Cristo, nuestras propias cruces son
menos colosales. Las espinas en nuestra carne no son nada cuando son colocadas
lado a lado con los clavos y la lanza.
"Y me has afligido con Todas tus olas." El salmista atribuye toda su
adversidad al SEÑOR su Dios. Es la ira de Dios, son las ondas de Dios las que
lo afligen, y Dios hace que lo aflijan. Hijo de Dios, nunca olvides esto; Todo
lo que tú estás sufriendo por cualquier causa o motivo, te viene de la mano
divina. Ciertamente, tú dices, "mi aflicción proviene de hombres
impíos". Sin embargo, Dios gobierna los movimientos de los hombres
perversos de la misma manera que lo hace con los santos ángeles. Sería algo
funesto que no hubiera señalamientos de la providencia de Dios concernientes a
los impíos; entonces la gran masa de la humanidad estaría enteramente
abandonada a la suerte, y los hombres piadosos podrían ser aplastados sin
esperanza por ellos. El SEÑOR, sin interferir con la libertad de sus
voluntades, gobierna y rige, de tal forma que los impíos son como una vara en
Su mano, con la que Él sabiamente azota a Sus hijos.
Tal vez ustedes digan que sus aflicciones han surgido, no de los pecados de
otros, sino de su propio pecado. Aun así, les pido que las atribuyan a Dios con
arrepentimiento. Qué importa que la tribulación haya surgido del pecado; sin
embargo, es Dios el que ha decretado la aflicción que sigue a la transgresión,
para que actúe como un instrumento de remedio para el espíritu. No miren a la
causa secundaria, o, viéndola con profundo lamento, vuelvan principalmente su
mirada a su Padre celestial, y "Presten atención al castigo, y a quien lo
establece." Miqueas 6:9 Los hombres dicen de cada aflicción: "Pudiera
haberse prevenido o evitado si tal y tal cosa hubiera ocurrido." Entre más
nos alejemos de los agentes intermedios, mejor, pues cuando llegamos a Dios, la
gracia hace fácil la sumisión. Cuando reconocemos que "ÉL es el
SEÑOR", entonces clamamos: "Haga lo que bien le parezca."1
Samuel 3:18. Mientras atribuyo mi dolor a un accidente, a un error, a la mala
actuación de otro, o a un enemigo, etc... soy muy terrenal en la tierra; pero
cuando me elevo a mi Dios y veo Su mano aplicada en Todo, me regresa la calma,
y no tengo ninguna palabra de queja; "Enmudecí, no abrí mi boca, porque tú
lo hiciste." Salmo 39:9
Que nuestro Padre Celestial esté de nuestra parte no significa que no nos alcanzarán
las tormentas y los oleajes fuertes de la vida, sino que Él estará con nosotros
durante esas tormentas. Quien ha puesto su confianza en Dios sabe muy bien que
hay más seguridad junto a Cristo durante el peligro que la que tiene el
incrédulo sin Cristo en tiempo de consuelo. La vara de Dios flagela a Su hijo
para su beneficio, no para dañarlo. Nuestras penas son olas que nos arrastran a
la Roca. Sólo un necio podría poner su confianza en las arenas movedizas. La
única confianza que no defrauda es la que se pone en la Roca inamovible de los
siglos, Jesucristo. -C.Spurgeon
"Las lágrimas son el material con el que el cielo teje su arcoíris más brillante." F.B.Meyer