ENERO  19

02.01.2022

En esos pórticos se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Juan 5:3-6

La historia de este hombre se remonta a casi cuatro décadas, en que solo ha conocido el olvido y la orfandad. Treinta y ocho años buscando y regresando frustrado, cada vez que lo intentaba otro se le adelantaba, sin tener quien le ayudara. Juan 5:7 No podremos saber lo que eso significa, a menos que hayamos estado un largo tiempo esperando algo que nunca llega. El difícil impulso esperanzado se trocaba en desazón e impotencia. ¿Cuántas cosas suceden en treinta y ocho años? Las esperanzas ya se fueron, dejando vacío el corazón de toda luz, ya no espera nada. Las fuerzas se habían agotado. La mirada cansada de buscar, ya no ve más allá del espacio necesario para dar el débil próximo paso. Por eso, cuando el SEÑOR se le acerca, le dice: «¿Quieres ser sano?», Juan 5:6, la pregunta debió sonar casi hiriente. Y la respuesta del paralítico no fue un rotundo sí, esto revela la profundidad de su desesperanza.

Bajo estos pórticos de la fuente de Betesda se albergaban un gran número de enfermos, que representan a los hombres entregados al orgullo, a la ira, al odio, a la avaricia, a la lujuria, porque toda esta clase de enfermos, pueden lavarse en la sangre de Cristo, y serán completamente curados, si quieren sumergirse en esta agua. Hoy se encuentra nuestro mundo postrado en su pecado y si quiere, a la vez se encuentra con Cristo, puede levantarse y caminar; pero la condición es "si quiere". "¿Quieres ser sano?". Los treinta y ocho años años que llevaba este paralítico esperando ser curado, también nos recuerdan los años que el pueblo de Israel estuvo vagando en el desierto para llegar a la tierra prometida, y son un gran símbolo de los años que nosotros llevamos vagando por el desierto de la lejanía de Cristo, antes de encontrarnos con Él y poder ser curados de la parálisis del pecado para caminar libremente hacia Dios. -Juan Taulero

Nada puede hacer un hombre tras 38 años de postración, salvo recibir misericordia. Si el SEÑOR no se acerca, tú no podrás ir a Él, y si tú no puedes llegar a Él, no podrás ser sanado. ¿Cómo hacer? Porque hay una distancia entre el hombre y Dios, una limitación fundamental que no se puede superar. Pero llega el día en que el SEÑOR se acerca, y te habla al corazón. Puedes oír su voz, y sentir que el día de tu redención ha llegado. Cuando se tiene contacto con la fuente de la vida, Cristo, el paralitico por el pecado, desciende por completo al fondo del estanque, y se lava en Cristo, en su sangre preciosísima y, por la virtud de este contacto, queda curado, como también está escrito: "Todos los que le tocaron quedaron curados" (Mat 14:36).

Los músculos que estaban rígidos reciben vida y luz como de un potente sol; las articulaciones se tornan flexibles, y puedes caminar. De esta forma se cumplen las palabras del profeta Ezequiel 37:5-6: Porque así dice el Señor omnipotente a estos huesos: 'Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir. Les pondré tendones, haré que les salga carne, y los cubriré de piel; les daré aliento de vida, y así revivirán. Entonces sabrán que yo soy el SEÑOR' "». Por tanto tiempo, nunca lo hiciste, pero ahora, ahí estás caminando hacia Cristo, hacia la vida eterna. Y el que descendía al estanque, en cuanto se agitaba el agua, quedaba completamente curado. Esta agitación del agua simboliza el poder del Espíritu Santo descendiendo de lo alto y tocando el interior del hombre, provocando allí una gran agitación, esto es, produciendo en el corazón del hombre ¡un verdadero y completo cambio!. La renuncia a todo lo demás por poseer a Cristo, la humildad, el desprendimiento de todas las cosas creadas: Es el camino de Cristo, el camino estrecho, pero que lleva a la felicidad eterna. - Juan Taulero

Parece increíble poder caminar con Dios ahora, libres, sin impedimento, y con ánimo renovado. Todo lo que estaba apagado se enciende; lo que estaba muerto, resucita. Dios te sonríe de nuevo. En realidad, nunca estuvo ausente, pero tú estuviste lejos. Por eso el SEÑOR dijo al paralítico: «Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor». Juan 5:14 Estamos en pie caminando hacia la vida eterna, salvos; no pequemos más.

"BENDECIDO POR LA ENFERMEDAD: ¡Es muy duro ser un inválido año tras año! ¡Dios no comete errores al tratar con sus hijos! Él sabe en qué escuela aprenderán sus hijos las mejores lecciones y en qué experiencias crecerán mejor. ¡Los hornos de fuego de la enfermedad queman muchas cadenas de pecado y mundanalidad! Muchos que ahora están en el Cielo, agradecerán a Dios para siempre por su invalidez en esta vida, que los mantuvo alejados del pecado. Podemos estar seguros de que Dios nunca llama a ninguno de Sus hijos a la enfermedad, sin el propósito de bendecirlos. Hay alguna lección que Él quiere enseñarles; algún nuevo vislumbre de Su amor, que Él quiere mostrarles; alguna belleza espiritual, que Él quiere desarrollar en ellos.

Debemos tener mucho cuidado de no perder el bien que Él quiere que recibamos. Solo aquellos que confían en Cristo y se recuestan en Su seno son bendecidos por la enfermedad. Demasiados inválidos se vuelven infelices, amargados e irritables, porque se centran en la enfermedad, murmuran culpando a Dios, no buscan la paz, ni entienden el propósito de la enfermedad en oración. Asegúrese de mantener la enfermedad fuera de su corazón y mantenga a Cristo allí con Su amor y Su paz."- J.R.Miller

ORACIÓN: ¡Oh SEÑOR, tú eres amor, qué bueno y qué rico eres! ¡Qué poderoso! Nada posee el que no te posee. Tú solo tu amor ha sabido hacer de Dios un hombre. Tú le has hecho humillarse y alejarse por un tiempo de su inmensa majestad. Tú has renovado a Adán en Cristo. Tú has preparado la cruz para la salvación de un mundo ya perdido.... Oh tu amor, es quien, para vestir al desnudo, aceptas tu propia desnudez. Por ti el hambre es un manjar suculento, si el hambriento ha comido tu pan. Tu fortuna se la has concedido entera a la misericordia. Tu misericordia no se hace rogar. Socorres al instante a los oprimidos, cualquiera que sea su apuro.

Tú eres ojo para el ciego, pie para el cojo, escudo fidelísimo para la viuda y los huérfanos...Tú amas de tal manera a tus enemigos, que nadie percibe la diferencia entre este amor y el de tus amigos. Tú eres, el amor, que une los misterios celestes a las cosas humanas, y los misterios humanos a las cosas celestes. Tú amor es el guardián de todo lo divino...Tu amor brota de la fuente que es el Padre... Con todo derecho se dice «Dios es Amor» (1Jn 4:16),