OCTUBRE 18

01.02.2023

"En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor". 1 Juan 4:18

El miedo es la emoción característica de quien espera ser castigado. Mientras consideremos a Dios como un juez castigador, despiadado, solo puede haber en nuestro corazón temor porque frente a tal Dios no podemos esperar nada más que castigo, que implica condenación, y que algo malo va a pasar. El temor atormenta, llena de angustia, ansiedad, y esclaviza; pero Dios envío a Su hijo, Jesús, para librarnos de la muerte y condenación eternas, para hacernos libres. "Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un Espíritu de adopción como hijos." Rom. 8:15. Una vez que nos ha sido revelado por el Espíritu Santo el amor infinito de Dios, y la obra de Cristo en la Cruz, todo temor es absorbido por este amor. Entonces, el temor que queda es un temor reverente de no agradar a Dios, de contristar Su Espíritu y alejar Su poderosa presencia de nosotros.

El perfecto amor surge de Dios, cuando este permanece en nosotros. Entonces, no puede haber verdadero amor, si Dios no permanece en nosotros. El amor de Dios va creciendo, madurando y perfeccionando nuestras vidas, y esta es una obra divina en el corazón de cada creyente. "....Hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo." Ef.4:13 En nuestro corazón el amor y la fe "van en aumento como la luz de la aurora hasta llegar a pleno día." Prov. 4:18. El amor de Dios nos perfecciona, nos hace semejantes a Cristo, y nos lleva a cruzar al otro lado de la eternidad. Mientras estemos en este cuerpo somos imperfectos, pero estamos seguros que "el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día en que Cristo regrese." Fil.1:6

En la medida que entendemos y experimentamos que el SEÑOR está de nuestro lado, pese a las amenazas y los peligros que tenemos que enfrentar, sean espirituales o visibles que nos rodean en este mundo, sabemos que "el SEÑOR está con nosotros como un Poderoso Gigante." Jer.20:11 Dios no nos ha dado un espíritu de temor sino de poder, amor y dominio propio. 2Tim.1:7 Con estas tres armas podemos repeler los ataques contra nuestra fe. Mientras el amor de Dios se va perfeccionando en tu vida, no temerás a la pérdida de un trabajo, no temerás por tus finanzas, no temerás la pérdida de un ser querido, no temerás la respuesta de la gente, no temerás por tu seguridad y salud, tuyas ni de tu familia, no temes a la muerte ni a ser condenado, porque "El Señor es mi luz y mi Salvación; ¿A quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿De quién tendré temor?" Salmo 27:1. Dios es amor y su amor echa fuera el temor por tanto podemos decir con David: "No temeré mal alguno porque tu SEÑOR, estarás conmigo". Salmo 23:4

Cuando los discípulos se hallaban en medio de una gran tormenta en el mar, el SEÑOR les dijo: "Soy yo; No Teman". Mat. 14:27 pero, antes de tener esa certeza, se habían turbado al verle sobre el mar, pues dijeron: Es un fantasma (Mat. 14:26). Pero, cuando Él subió a la barca, eliminó de sus corazones la duda del espíritu, pues corría más peligro su espíritu por la duda que su cuerpo por las olas. El que tiene el corazón fundamentado en la esperanza de la fe no le falta nunca nada. Siempre al miedo le sigue la duda; siempre el miedo y la duda se manifiestan en la búsqueda de las causas y razonamiento de los hechos: "¡Ay que tal si esto y aquello ocurre." A menudo el alma se ve expuesta a imprevistos, dificultades, numerosos tropiezos que la ponen en peligro, pero no pueden ayudarla en nada ni el intelecto ni las diversas formas de sabiduría. Por el contrario, la Fe jamás es vencida por ninguna de estas dificultades.

La duda dice: "Y qué tal si ocurre esto y aquello." La fe dice: "Todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios". Sufrimos los peligros, persecuciones, amenazas, pero confiamos que el SEÑOR nos ama y no nos abandonará. Jesús siempre viene en medio de la tempestad para arrastrar a los suyos hacia la orilla y la paz. Él nos alienta con su voz diciendo: "Confía, soy yo, no temas". ¡Oh inefable riqueza! ¡Oh mar que lleva en sus olas tales riquezas y desborda de maravillosos tesoros por el poder de la Fe!

Si permitimos que el temor eche raíces en nuestro corazón, nos sentiremos paralizados e incapaces de confiar en el SEÑOR, porque donde hay duda hay temor, y este nos roba el sueño y la paz que sobrepasa todo entendimiento, nos limita y no podemos vivir la vida en abundancia a la cual hemos sido llamados por Él. Pero al estar arraigada y fundada en el amor del SEÑOR, el alma penetra y mora en las profundidades del amor de Dios, y todo lo realiza en Él, con Él y por Él y para Él...Un alma así se arraiga más profundamente en Aquel que ama a través de sus movimientos, aspiraciones y actos por muy insignificantes que sean. Todo rinde en ella homenaje al Dios tres veces santo. El alma se convierte en una continua Alabanza de gloria y halla la paz verdadera, inalterable y perfecta, que nada la puede puede turbar. Es entonces cuando el alma puede estar siempre gozosa, orar sin cesar y dar gracias por todo, porque esta es la voluntad de Dios para con nosotros en Cristo Jesús.." 1Tes.5:16-18.