DICIEMBRE 18

26.12.2022

Y cuando ustedes estaban muertos en sus pecados y en la incircuncisión de su carne, Dios les dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado Todos los pecados. Colosenses 2:13

Este pasaje glorioso nos explica lo que la circuncisión realmente representaba. Todo creyente es de "la circuncisión" en virtud de su asociación viva con Aquel que por su cruz y para siempre abolió todo lo que se oponía a la perfecta justificación de cada creyente. No hay una sola mancha de pecado sobre la conciencia de los suyos, ni un principio de pecado en su naturaleza, cuya condenación no haya soportado Cristo en la cruz; y ahora los creyentes son considerados como muertos con Cristo, como sepultados con Él en el sepulcro y como resucitados con Él y hechos aceptos en Él, siendo completamente quitados por la cruz sus pecados, sus iniquidades, sus transgresiones, sus enemistades y su incircuncisión. La sentencia de muerte está grabada en la carne; pero el creyente posee una vida nueva conjuntamente con Cristo resucitado y glorificado.

En el pasaje que acabamos de citar, el apóstol nos enseña que la Iglesia, cada creyente, ha salido vivificada del sepulcro de Cristo, y, además, que el perdón de los pecados es tan completo y tan enteramente obra de Dios como lo fue la resurrección de Cristo de entre los muertos. Pues, sabemos que la resurrección de Cristo fue el resultado de la intervención grande y sin límites de Su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes. Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia (Efe. 1:19). ¡Qué expresión enérgica para poner de relieve la grandeza y la gloria de la redención, como asimismo el sólido fundamento sobre el que ella descansa!

¡Qué descanso, qué descanso perfecto encuentran aquí el corazón y la conciencia! ¡Qué salvación completa para el alma trabajada y cargada! Todos nuestros pecados quedaron sepultados en la tumba de Cristo. Ni uno, ni el más pequeño quedó fuera. Dios hizo todo esto por nosotros. Todo cuanto pudo descubrir en nosotros su ojo penetrante lo colocó en Cristo clavado a la Cruz. De manera que en esa Cruz Dios hizo pasar el juicio sobre Cristo, en lugar de hacerlo pasar sobre nosotros eternamente.

Tales son los preciosos frutos de los consejos maravillosos, insondables y eternos del amor redentor, y somos "sellados", no con un sello exterior, en la carne, sino con el Espíritu Santo. Todo cristiano está sellado con este sello. El valor y la eficacia invariable de la Sangre de Cristo son tales que el Espíritu Santo, persona de la Trinidad eterna, puede venir y hacer su morada en cada uno de los que han puesto en Él su confianza. ¿Qué les queda por hacer, pues, a los que saben estas cosas, sino permanecer "firmes y constantes, creciendo en la obra del SEÑOR siempre; sabiendo que no es en vano el trabajo que hacen en unión con el SEÑOR". 1 Cor. 15:58. ¡Oh SEÑOR, que así sea por la gracia de tu Espíritu Santo! Amén. - Charles Mackintosh