SEPTIEMBRE 18

Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre EBENEZER diciendo: "Hasta aquí nos ha ayudado el SEÑOR." 1 Samuel 7:12
Este era el mismo lugar en el que Israel había sufrido la gran derrota que llevó a la captura del arca. 1 Sam 4:1. ¡Qué maravilla que la historia de la victoria fuera contada en la llanura que había sido la escena de la derrota! Durante el gobierno de Samuel como juez, los filisteos no volvieron a entrar en Israel. Las ciudades que los filisteos le habían quitado a Israel le fueron restauradas, desde Efrón hasta Gat. 1 Sam. 7: 14. Los amorreos, que eran parte de los cananeos, consideraron ventajoso aliarse con Samuel y abstenerse de hostilidades. Es sorprendente lo que puede hacer la oración. No sólo puede abrir y cerrar los Cielos, sino que le da al alma que ora una supremacía absoluta en sus tiempos, de modo que la gente reconozca que el salvador de la ciudad no es tanto el político, ni el intelectual, ni el estadista, sino aquel que ha aprendido a caminar con Dios.
Josué dijo que la piedra que había levantado, al terminar la obra de su vida, había oído,Jos. 24:27; y nuestro SEÑOR dijo que las piedras que tenía alrededor podrían clamar, Lc. 19:40. La piedra estaba en un terreno que era testigo de un terrible fracaso y desastre: "en el lugar donde se libró la batalla de Afec..." 1Sam.4:1 y 1Sam.5:1. Pese a que, el lugar trata memorias de derrota y vergüenza, allí fue erigida y nombrada la piedra: "EBENEZER", como un monumento de la victoria obtenida; como un memorial que les recordaba la ayuda divina. ¡Qué consuelo tan grande hay en esto para nosotros! Nosotros también, tal vez, estemos viajando en esta misma hora por campos de batalla tristemente marcados por la derrota. Una y otra vez nos hemos enfrentado a los enemigos de nuestra paz en conflicto mortal, sólo para ser rechazados. Hemos sido dominados por nuestro adversario y vencidos, a pesar de todos nuestros esfuerzos, por nuestro pecado dominante. ¡Animémonos! La piedra de EBENEZER, Roca de ayuda, Cristo, se levantará en el propio campo de la batalla fatal de Afec.
Ebenezer, recordaba también esa memorable convocatoria de Israel en Mizpa, cuando se vertió agua delante del SEÑOR con confesión de pecados y en penitencia humilde. Era un monumento especial de la ofrenda quemada que declaraba la resolución de Israel de dedicarse desde entonces completamente a Dios, en respuesta al ferviente clamor intercesor de Samuel. Recordaba, sobre todo, aquel momento glorioso en que al acercarse los filisteos para atacar a Israel, "El SEÑOR tronó con gran estruendo sobre los filisteos, y los confundió, y fueron vencidos delante de Israel". 1 Sam.7:10 ¿Sucederá algo así contigo? Mucho depende de tu respuesta. Si desde tu último fracaso y derrota no ha habido actos del alma, como los que tuvieron lugar en Mizpa, no hay posibilidad de ningún cambio en la larga monotonía de tus reveses, a menos que derrames tu corazón delante de Dios, destruyas tus ídolos y decidas a seguirlo plenamente.
}Puedo testificar del incesante fracaso de mi vida mientras abrigué en mi corazón cosas que eran ajenas a la santa voluntad de Dios. De poco valor fueron las reglas para el vivir santo, las convenciones solemnes y conmovedoras, los libros y los discursos útiles. Hubo una enmienda temporal, pero poco más que eso. Pero cuando la escena de Mizpa se reflejó en el espejo interior del alma, entonces se produjo la victoria en el propio lugar marcado por la derrota. Me gustaría que meditaras en esto. Nunca se levantará la piedra de EBENEZER hasta haber estado en pie en la torre de Mizpa y haber arrojado todos los pecados conocidos y toda complicidad que te sea ofensiva al SEÑOR Jesucristo. Sólo entonces será de provecho y estará disponible la potencia protectora del SEÑOR. Dices que no puedes... ¡Ah, es el momento cuando el Gran Médico, Cristo, quiere mediar en tu rescate y liberación! Él hará lo que tú no puedes hacer por ti mismo. La única pregunta es: ¿La deseas? Entonces, rinde al SEÑOR tu impotencia y pide para que Él se ocupe de todo.
El mensaje de EBENEZER, se extiende tanto al pasado como al futuro: "Hasta aquí nos ayudó el SEÑOR"..... Y nos seguirá ayudando. En nuestro paso por la vida, levantemos nuestra piedra Ebenezer, para que cuando se amontonen nuevas responsabilidades, o nos amenacen dificultades imprevistas, recibamos el valor para cantar : "Su amor no me deja pensar en lo pasado, Él no me dejará hundir en mis problemas; cada dulce Ebenezer que he levantado, son lemas de su pronta ayuda al alma". En toda tu vida, si tan sólo confías en Dios, tendrás la ocasión de levantar estas piedras de ayuda. La última piedra que levantemos estará a orillas del río de la muerte. Al darle la espalda para siempre a la tierra de nuestra peregrinación, y entrar a la adoración de la eternidad, pondremos una gran piedra para la gloria del Dios de nuestra Salvación, diciendo una vez más, con un suspiro profundo de perfecta satisfacción: "EBENEZER; Hasta aquí nos ha ayudado el SEÑOR"....¡Amén! - F.B.Meyer