JUNIO 18

13.09.2022

"He derramado mi alma delante del SEÑOR." 1 Samuel 1:15

Este es el ejemplo de una oración ferviente y eficaz Santiago 5:16 De una oración hecha como conviene porque el Espíritu Santo intercede por nosotros Rom.8:26. Podemos orar por muchas inspiraciones y de muchas maneras que no necesariamente provienen de Dios. Hay muchas oraciones "estereotipadas" en su manera y motivo. Muchas otras son fogosas y vehementes, pero esa vehemencia proviene solamente de la carne. Muchas oraciones son hechas por hábito y mero formalismo. El hábito de orar es una buena costumbre y debería formarse a muy temprana edad y de una manera firme y sólida; pero el orar meramente por rutina es destrozar la genuina vida de oración. La disciplina debe formar parte de la oración, pero la oración en sí tendrá que ser firme, profunda y pura para que de esta forma fluya libre y sinceramente. Ana multiplicó, amplió y enriqueció su oración: " ... he derramado mi alma delante de Jehová"


Nuestro divino ejemplo en la oración es el mismo Hijo de Dios, Jesús, y el Espíritu Santo es nuestro divino Ayudador. El hombre natural ora, pero lo hace de acuerdo a su propia voluntad, deseos y caprichos. Si tiene intensos deseos, éstos provienen de la carne, y no del Espíritu. Pero cuando el Espíritu ora a través de nosotros, acomoda nuestra oración a la voluntad de Dios, y nosotros damos expresión a sus gemidos indecibles. Al tener la mente de Cristo, los creyentes oramos como Él oraría. Sus pensamientos, propósitos y deseos son los nuestros.

El Espíritu Santo nos urge a orar y nos ayuda a hacerlo. La oración para ser aceptable debe ser iniciada y llevada a cabo por su presencia e inspiración. Somos aconsejados por la Palabra y se nos requiere que "oremos en todo tiempo con toda oración y súplica, en el Espíritu" (Ef. 6:18). "Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por nosotros" Rom. 8:27; y es que somos tan ignorantes en este asunto de la oración, y la mayoría de los maestros son tan incapaces de impartir lecciones que penetren en nuestro Corazón y entendimiento, que el Espíritu Santo debe instruirnos en este "arte divino".


Orar con todo nuestro corazón y toda nuestra fuerza, con la razón y la voluntad es el logro más elevado e importante de la batalla cristiana en esta Tierra. Si ningún hombre puede decir que Jesús es el Cristo, sino por el Espíritu, con mucha más razón nadie podrá orar si no es por medio de la ayuda del Espíritu Santo. .¡Cuán intensas son las oraciones de los creyentes que suplican en el espíritu! ¡Y qué vanas, engañosas e ineficaces son las oraciones sin el Espíritu! Dios había prometido a su pueblo que "le hallarían cuando le buscaren de todo corazón" Jer, 29:13 Hagamos también que toda la oración de nuestros días sea medida por estas normas; a saber, derramar el alma delante Dios y buscarle de todo corazón en Espíritu. -E.M.Bounds

"Ana estaba deprimida, con problemas y dolor por causa de sus aflicciones, Esto es exactamente lo que Ana necesitaba hacer. En lugar de mantener la amargura del alma y la angustia en su corazón, ella derramó su alma, oró y la paz de Dios tomó el lugar de la angustia de su espíritu, y su semblante no estaba más triste. ¡Qué feliz intercambio! ¡Qué grande el contraste! ¡Cuánto mejor para ella y para su hogar! ¿Está tu rostro oscurecido por la amargura de tu alma? Tal vez el enemigo te ha estado molestando mucho; o hay una esperanza no realizada, un propósito no cumplido en tu vida; o, quizás, el Señor parece haberse olvidado de ti. Tu que sufres, no te queda más remedio que derramar tu alma delante del SEÑOR. Vacía su contenido con la confesión, arrepentimiento y oración. Dios lo sabe todo; pero díselo, como si no supiera nada. "Derramen su corazón delante de Él; Dios es nuestro refugio" Salmo 62:8. " En todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento[a], guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús." Fil. 4:6-7

Mientras derramamos nuestra amargura, Dios derrama su paz. El llanto sale por una puerta mientras que la alegría entra por otra. Transmitimos el cáliz de lágrimas al Varón de dolores, y Él nos lo devuelve lleno de las bendiciones de la nueva alianza. Algún día llegarás al lugar donde lloraste y oraste, trayendo tu ofrenda de alabanza y acción de gracias. - F.B.Meyer


" Mira la mano de Dios en la tribulación y ora sobre ello. Pero, sobre todo, no hay nada que muestre más verdaderamente nuestra impotencia que la llegada de la tribulación: abate al fuerte, le muestra su debilidad y le deja impotente. Bendito, entonces, aquel que se vuelve a Dios en el "tiempo de la angustia". Pues, si la tribulación es del SEÑOR, lo más natural es llevarla a ÉL, "derramar nuestra nuestra alma ante Él," y buscar su gracia, paciencia y sumisión." -E. M.Bounds