NOVIEMBRE 17

28.11.2021

DEUDORES SOMOS...ROMANOS 8:12

Como cristianos tenemos una enorme deuda contraída con Cristo que jamás podremos saldar. Ni aún si pasamos la eternidad trabajando para Dios, podríamos hacer frente a tan gigante deuda. La mayoría de los cristianos vivimos ajenos a esta realidad de la que habla Pablo. Su gracia infinita, Su misericordia constante, Su amor incondicional, llega a engañar a muchos haciéndoles creer que Dios está obligado a bendecirnos. Algunos hay que se atreven incluso a exigir bendición de Dios. Como si la merecieran o fueran dignos de ella.

La Biblia expresa con total claridad que: Éramos enemigos de Dios. Romanos 5.10. Nos descarriamos como ovejas. Isaías 53.6. Estábamos sin Cristo. Ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Efesios 2:12. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos). Efesios 2.4-5.

Sí, DEUDORES SOMOS. Hemos contraído una enorme deuda con el SEÑOR. ¡Le debemos tanto! Qué no reconocerlo nos haría miserables y merecieramos volver al estado en que estábamos, muertos en nuestros delitos y pecados. Como cristianos debemos sentirnos bienaventurados, y tenemos motivos para ello: Nuestros pecados fueron perdonados. 1Juan 2:12. Somos salvos por Su gracia y gran amor. Efesios 2:8 Se nos dio la adopción a la familia de Dios. Gálatas 4.5. Se nos concede una herencia incorruptible. 1Pedro 1:4. Y por si todo esto fuera poco, la promesa que el SEÑOR estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Mateo 28.20. Sin duda DEUDORES SOMOS.

" Cuando este mundo pasajero haya terminado, cuando se haya hundido ese sol deslumbrante, cuando estemos con Cristo en la gloria, mirando la historia terminada de la vida, Entonces, SEÑOR, sabré completamente, ¡cuánto debo!

Cuando escuche a los impíos y los vea encogerse al borde del lago de fuego, entonces, SEÑOR, sabré plenamente, ¡cuánto debo! Cuando esté delante del trono, vestido con una belleza que no sea la mía, cuando te vea tal como eres, te ame con un corazón sin pecado, entonces, SEÑOR, sabré plenamente, ¡cuánto debo!

Cuando escuche la alabanza del cielo, fuerte como el estruendo de un gran trueno y como el sonido de muchas aguas, y dulce como la melodiosa voz de un arpa. Entonces, SEÑOR, sabré plenamente, ¡cuánto debo!

Incluso en la tierra, como a través de un espejo en la oscuridad, deja pasar tu gloria, haz que el perdón se sienta tan dulce, haz que la ayuda de tu Espíritu se encuentre,

incluso en la tierra, SEÑOR, hazme saber algo de lo mucho que debo.

Escogido, despertado de la ira por venir, Escondido en el costado del Salvador, por el Espíritu santificador, enséñame, SEÑOR, en la tierra a mostrar, por mi amor, ¡cuánto debo!

Cuando camino bajo una nube oscura y el miedo está en su apogeo, Jesús viene y todo es luz; ¡Bendito Jesús! haz que muestre a los que dudan cuánto debo. Cuando camino por senderos del mundo a menudo por el pecado soy llevado cautivo; con frecuencia caigo, pero me levanto, el Espíritu viene, el tentador huye; Bendito Espíritu! haz que muestre a los pecadores cansados todo lo que debo.

En ocasiones reinan las noches de dolor: llanto, enfermedad, suspiros, dolor; Pero llega la mañana y vuelve la alegría; ¡Dios de las bendiciones! haz que le muestre a los sufridos ¡cuánto debo!" Robert Murray M'Cheyne