MARZO  17

10.05.2022

" Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración, ni apartó de mí Su misericordia". Salmo 66:20.

Si reflexionamos sinceramente sobre el carácter de nuestras oraciones, nos llenaremos de admiración, al pensar que Dios las ha contestado. Puede ser que haya alguno que piense, como lo hizo el fariseo, que sus oraciones merecen ser aceptadas; pero el verdadero cristiano al dar una mirada retrospectiva más imparcial, deplora sus oraciones, y si pudiese volver sobre sus pasos, oraría más ardientemente. Recuerda, cristiano, cuán frías han sido tus oraciones. Cuando entraste en tu cámara, debías haber luchado como Jacob, pero en lugar de hacerlo así, tus oraciones fueron débiles, raras y carentes de aquella humilde, confiada y perseverante fe que clama: "No te dejaré ir si no me bendices".

Sin embargo (sorprende decirlo) Dios escuchó tus frías oraciones y las contestó. Piensa también cuán escasas han sido tus oraciones, salvo en los días de aflicción, pues en esas circunstancias has ido frecuentemente al trono de la gracia. Pero cuando pasó la aflicción, ¿a dónde fueron tus constantes súplicas? Sin embargo, aunque tú dejaste de orar como lo hacías una vez, Dios no dejó de bendecirte. Cuando abandonaste el trono de la gracia, Dios, por su parte, no te abandonó; la brillante luz de Su gloria se ha manifestado siempre entre las alas de los querubines.

¡Es maravilloso que Dios considere esos intermitentes arrebatos de importunidad que vienen y van con nuestras necesidades! ¡Qué Dios misericordioso es este, que oye las oraciones de los que van a Él cuando tienen necesidades apremiantes, pero que lo olvidan cuando han recibido la bendición; quienes se acercan a Él cuando se ven forzados a hacerlo, pero que casi se olvidan de dirigirse a Él cuando es mucha la abundancia y poca la necesidad! ¡Que su inmenso amor y bondad, al oír tales plegarias, toque nuestros corazones, para que de aquí en adelante podamos "orar siempre con toda oración y súplica en el Espíritu". C.Spurgeon

"Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración,Ni Ni apartó de mí Su misericordia"- No hay un motivo de alabanza más apropiado que el hecho de que Dios escucha la oración: la oración de los hombres pobres, ignorantes, pecaminosos y moribundos. Cuando consideramos cuán grande es su misericordia al hacer esto; cuando pensamos en su grandeza e inmensidad; cuando reflexionamos que todo el universo depende de Él, y que los mundos más lejanos necesitan su cuidado y atención; cuando tenemos en cuenta que somos criaturas de un día y "no sabemos nada"; y especialmente cuando recordamos cómo hemos violado sus leyes, cuán sensuales, corruptas y viles han sido nuestras vidas, cuán bajos han sido nuestros objetivos y propósitos, cómo lo hemos provocado por nuestra incredulidad, nuestra ingratitud y nuestra dureza de corazón: nunca podemos expresar, en palabras apropiadas, el alcance de su bondad al escuchar nuestras oraciones, ni podemos encontrar un lenguaje que exprese adecuadamente las alabanzas debidas a su nombre por haber condescendido a escuchar nuestro clamor. -Albert Barnes