DICIEMBRE  17

24.12.2021

Quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 2 Corintios 1: 4.

No cabe duda de que se nos permite que nos lleguen algunas pruebas, como a nuestro SEÑOR, por la única razón de que por medio de ellas seamos capaces de tener empatía y dar consuelo a los demás. Y debemos vigilar con todo cuidado cada síntoma del dolor y cada prescripción del Gran Médico, Jesucristo, ya que con toda probabilidad en algún tiempo futuro seremos llamados a servir a quienes atraviesen experiencias similares. Así aprendemos por las cosas que sufrimos y, siendo perfeccionados, nos convertimos en autores de una ayuda eterna e invaluable para las almas en agonía.

Nuestra tendencia cuando estamos sumidos en grandes angustias es aislarnos y dejar el trabajo que el SEÑOR nos ha encomendado, como el profeta Elías, que huyendo de las amenazas de muerte, se retiró al desierto y se refugió en la cueva de Horeb. 1 Reyes 19:1-8 La tentación del gran sufrimiento es el aislamiento, el alejamiento de la vida de los hombres, dejar de servir a otros, dejar la obra del SEÑOR. No cedas a esta tentación. Levántate, unge tu cabeza y lava tu rostro; ve a tu deber, con pasos dispuestos, aunque disciplinados.

El egocentrismo de todo tipo, en sus actividades o su introspección, excluye la ayuda y el amor de Dios. El dolor nos lleva a ser egoístas. El alma, ocupada con sus propios dolores, negándose a ser consolada, pronto se convierte en un Mar Muerto, sobre el cual no nadan peces, ni vuelan los pájaros y junto al cual no crece nada verde. Y así se pierde la oportunidad de aprender lo que el SEÑOR quiere enseñarnos.

La lucha constante es contra la vida del "yo", y cada dolor que Él inflige es para disminuir el dominio de este sobre nosotros. Pero podemos frustrar Su propósito y extraer veneno de Sus dones, como los hombres obtienen opio y alcohol de las plantas puras. Asegúrate de aprender las lecciones que el SEÑOR quiere enseñarte. Cada dolor lleva en su corazón una semilla de santa verdad, que si lo siembras en la tierra de tu corazón, dará frutos. El SEÑOR sufrió en el Calvario pero vió el fruto de la aflicción de su alma y quedó satisfecho. Isaías 53:11 Cada golpe del cincel de Dios y cada incisión de Su cuchillo, tiene un propósito. Él sabe lo que está haciendo, pero su objetivo no siempre nos resulta claro.

En el sufrimiento y el dolor, Dios toca las cuerdas menores, desarrolla las virtudes pasivas y se abre para ver los tesoros en la oscuridad, las constelaciones de la promesa, el arco iris de la esperanza, la luz plateada del pacto. ¿Qué es el carácter sin simpatía, sumisión, paciencia, confianza y esperanza que agarra lo invisible como un ancla? Pero estas gracias solo son posibles a través del dolor. El dolor es un jardín, cuyos árboles están cargados de los frutos apacibles de justicia; no lo dejes sin traerlos contigo. El dolor es una mina, cuyas paredes resplandecen con piedras preciosas; asegúrate de no regresar hacia la luz del día sin traer algunas muestras. El dolor es una Escuela: Te envían a sentarte en sus duros bancos y aprender de sus páginas con letras negras, lecciones que te harán sabio para siempre; no pierdas la oportunidad de graduarte en la Escuela del Dolor.

Dios no siempre estará causando dolor. Atraviesa los acres pardos y opacos con Su arado, uniendo la tierra para que pueda arrojar el precioso grano. Confía que en los días de dolor, el SEÑOR está sembrando luz para los justos y alegría para los rectos de corazón. Espera la cosecha. Anticipa la alegría que inundará tu corazón con notas de juglar, cuando la paciencia haya tenido su obra perfecta. Santiago 1:4 Vivirás para reconocer la sabiduría de la elección de Dios para ti. Llegarás a poseer una profundidad de carácter, una amplitud de simpatía, un fondo de paciencia, una capacidad para comprender y ayudar a los demás, lo cual, al ponerlos a los pies de Cristo para que Él los use, te alegrará de haber sido afligido. Verás el plan y el propósito de Dios; recogerás su mies; contemplarás su rostro y quedarás satisfecho. Cada herida tendrá su perla; cada muerte contendrá un panal de abejas; cada enemigo, una riqueza.

El camino de la Cruz, llevado correctamente, es el único camino a la luz eterna. El camino que recorre el Huerto de Getsemaní y sube por el cerro del Calvario, solo conduce a las visiones de la mañana de Pascua y las glorias del monte de la Ascensión. Si no bebemos de Su copa, ni entendemos lo que está detrás de Sus sufrimientos, no podemos esperar compartir Sus gozos y el éxtasis de Su triunfo. Pero si se cumplen estas condiciones, no perderemos ni una nota del canto eterno, un elemento de la bienaventuranza que es posible para los hombres.

Recuerda que de alguna manera el sufrimiento llevado correctamente enriquece y ayuda a la humanidad. Y es probable que nadie sufra con razón en ningún lugar sin contribuir en algo al alivio del dolor humano, al triunfo del bien sobre el mal, del amor sobre el odio y de la luz sobre las tinieblas. Si crees esto, ¿no estarías dispuesto a soportar sufrimiento? ¿No es la principal miseria de todos los sufrimientos su esterilidad, y tal vez su aparente falta de rumbo y propósito? Entonces atrévete a creer que en el dolor estás muriendo a ti mismo, a tu yo,a tu ego, para dar fruto: En verdad les digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto. Juan 12:24 Si rechazas esto, permanecerás solo; pero si cedes a él, darás frutos que endulzarán y fortalecerán la vida de otros, sin importar que tal vez nunca conozcan tu nombre, o se detengan a agradecerte por tu ayuda, sabes que tu recompensa y premio están en el cielo. -F.B.Meyer