JULIO 16

Jesús les dijo: "Traigan de los peces que acaban de pescar." Juan 21:10
Aquella mañana los discípulos tenían sobradas razones para sentirse mal. Estaban tremendamente desalentados; habían trabajado toda la noche, y no habían pescado nada. Pero tal vez lo peor era que, después de andar tres años y medio con el SEÑOR, ellos habían tenido que volver a sus faenas habituales. Por eso, cuando apareció aquel Hombre en la playa, y les pregunta: «Hijos, ¿acaso tienen algún pescado?». «No», respondieron ellos. Juan 21:5 Reconocieron que lo intentaron toda la noche pero no obtuvieron nada.
Es así también con nosotros. ¿Cuántas veces los frutos de nuestros esfuerzos son vanos? ¿Cuánto de nuestro servicio al SEÑOR es solo activismo humano sin consistencia? Sin embargo, el SEÑOR no reprende a sus discípulos, sino que les da una solución: «Echen la red al lado derecho de la barca y hallarán pesca». Juan 21:6 Los discípulos sólo tuvieron que obedecer, y la red se llenó de peces. Nunca habían pescado tanto de una sola vez. Estaban asombrados. Entonces reconocen al SEÑOR, entienden que es un milagro y acuden a Él, gozosos.
¡Qué
extraño suena: ¡"Traigan de los peces que acaban de pescar" ! En su
bondad, Él les atribuye a ellos el mérito de la pesca al decirles:
"...que acaban de pescar". Pero en realidad ellos lo único que hicieron
durante esa larga noche, sin Él, fue fracasar. Si ahora tenían peces es
porque Él se los dio. El mérito no era de ellos, sino del SEÑOR. Ellos
así debieron saberlo. ¿Podrían, entonces, gloriarse en sí mismos? Nos
enseña el SEÑOR reconocer a Dios en su dones diarios y a buscar su
bendición en todo.
Jesús tomó el pan y se lo dio a ellos; y lo mismo hizo con el pescado. Juan 21:13 No comió con ellos pero los alimentó. Reconocer siempre al SEÑOR en el compartir del pan y el pez de la Palabra, con los hambrientos espirituales que ilumina y fortalece el alma. Lo obtenemos del SEÑOR y no nos atribuimos ningún mérito: Por la gracia de Dios somos lo que somos. 1Cor.15:10 Nos alimentamos y lo distribuimos como Él nos ordena, obedecemos y esperamos que sea Él quien obre en los corazones. Porque sin Su presencia y el poder de Su Espíritu Santo, la predicación de la Palabra será en vano, no producirá en las almas cambios verdaderos para vida eterna, será letra, esto es conocimiento de la Palabra sin el Espíritu que mata y no vivifica. 2 Corintios 3:6
Porque tanto el que distribuye el pan y el pez de la palabra, como quien lo recibe, deben esperarlo siempre como de parte del SEÑOR: Los ojos de todos buscan en ti la esperanza; les das su alimento según la necesidad. Cuando abres tu mano, sacias el hambre y la sed de todo ser viviente. Salmo 145:5-6 "SEÑOR parte tu pan y el pez de la Palabra con el hambriento espiritual, aunque uses mi cuerpo, mis manos y mi boca, pero siempre con tu poder."
Todos los verdaderos discípulos del SEÑOR, saben que el autor de toda fructificación depende de Él. Cuando llegue el día final, cuando las recompensas sean entregadas a cada uno, ellos pondrán sus coronas a Sus pies. Allí el SEÑOR compartirá el banquete de delicias espirituales y se gozará con ellos por el fruto del trabajo. Le darán toda la gloria a Él, aunque Él, en su bondad, les atribuya el mérito a ellos. ¿Qué discípulo ha sido más bien tratado por su amo que nosotros? ¿Qué discípulo recibe enteramente los recursos de su amo para que luego se les cuente como suyos? ¡No, SEÑOR, no digas que los hemos pescado nosotros; nosotros no hemos pescado ni el pez más pequeño! ¡Todos son tuyos, absolutamente tuyos! No a nosotros, SEÑOR, no a nosotros, sino a tu nombre la gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad. Salmo 115:1