MAYO 16

08.07.2022

Jesús les dijo: "Llenen de agua estas tinajas." Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: "Ahora saquen lo que está allí, y llévenselo al catador."Y se lo llevaron. El catador probó el agua hecha vino, Juan 2:8-9

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y también Jesús fue invitado a la boda, con Sus discípulos. Juan 2:1-2 Asistió el SEÑOR no para participar en un banquete festivo, sino para revelarse por un prodigio verdaderamente admirable. Fue allí no para beber vino, sino para darlo. Porque, tan pronto como se acabó el vino, María la madre de Jesús le dijo: "no tienen vino". Respondiendo: "Mi hora todavía no ha llegado" Juan 2:3-4, Jesús anunciaba ciertamente que la hora gloriosa de su Pasión, y el vino difundido para la salvación y la vida de todos no había llegado todavía. Maria pedía un favor temporal, mientras que Cristo preparaba un milagro para el gozo eterno.


María dijo a los que servían: "Hagan TODO lo que Él les diga". Juan 2:5 Nos enseña que en todo tiempo debemos obedecer á Jesucristo , y que no hemos de desconfiar de su misericordia aunque parezca que nos trata con alguna dureza; sino que hemos de esperar confiados en su bondad. Cuando Jesucristo venga por segunda vez para encontrarse en las nubes con su Esposa, la iglesia, se llevarán a cabo las bodas celestiales, en las que el gozo de su iglesia será pleno, por lo cual dice el Apocalipsis 19:7 "Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, Porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado". A estas bodas no entran sino los bienaventurados que son los llamados a la cena del Cordero, quienes son como las vírgenes prudentes que entraron con el Esposo, y después se cerró la puerta. Para entrar en ella es preciso llamar, y no será abierta si no llamamos con la aldaba del verdadero arrepentimiento, amor y consagración al SEÑOR, esto es lo que nos manda expresamente el Maestro Divino, por eso dijo María: "Hagan TODO lo que Él les diga." -Bernardo


Jesús les dijo: "Llenen de agua las tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces dijo: "Ahora saquen lo que está allí, y llévenselo al catador." Y se lo llevaron. El catador probó el agua hecha en vino. "El milagro por el cual EL SEÑOR cambió el agua en vino no sorprende a los que saben que Dios es el autor. Él mismo es quien, cada año renueva este prodigio en las viñas, la lluvia que cae sobre los viñedos es también su obra y luego se convierten en vino. No obstante, no nos extrañamos de ello porque se repite cada año. La costumbre hace desaparecer el asombro. Pero, es más sorprendente lo que pasó con el agua en las bodas de Caná de Galilea."- Agustín


" El SEÑOR nuestro Salvador, convierte el agua en vino cuando convierte al malvado y al pecador haciéndolo piadoso y fiel; perdonando sus culpas y concediéndole la gracia de la Salvación. Se compadece el SEÑOR del pecador y convierte el agua de la tristeza interior en el vino del consuelo y gozo de la vida eterna. -Bernardo Cambiando el agua que llenaba las tinajas, en vino, el Salvador ha hecho dos cosas: ha provisto a los invitados a las bodas de una bebida y ha hecho la señal de que, recibirán poder los hombres con la llenura del Espíritu Santo. Hechos 1:8 El mismo Señor lo ha declarado en otra parte, diciendo: "Vino nuevo en odres nuevos" Mt.9:17. En efecto, los odres nuevos significan la transformación y el ser hechos nuevas criaturas al creer y estar en Cristo. 2 Cor.5:17 Y el vino, la gracia del Espíritu Santo. Todas las cosas de la creación con el tiempo se estropean, tan sólo el vino añejo mejora . Pierde cada día de su aspereza, y adquiere una textura llena de suavidad, de un rico sabor. Igualmente el cristiano, a medida que pasa más tiempo con Cristo y le conoce, pierde la aspereza de su vida pecadora, adquiere la sabiduría y la benevolencia de la Gracia Divina.


Tu espíritu cuando todavía no conoces al SEÑOR se parece al agua fría. Es necesario calentarla con el calor y fuego del Espíritu Santo, como se hace con un vino, para transformar un líquido pobre y sin valor en gracia rica y preciosa. Como el vino, adquirimos buen sabor y aroma de dulzura; entonces podremos decir con el apóstol Pablo: «Para Dios somos el buen olor de Cristo» 2Co 2:15. El creyente que no ha recibido el poder del Espíritu Santo, se parece al agua que duerme, fría y sin color, inútil, incapaz de dar energía, estancada durante largo tiempo, el agua se altera, se corrompe, y se vuelve fétida. El Señor ha dicho: "el que no nazca de nuevo del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos" Juan 3:5. El creyente que ha recibido el poder del Espíritu Santo se parece a un vino rojo y vigoroso.


Cuando Cristo cambió, por su poder, el agua en vino la multitud se alegró mucho, Hoy todos los creyentes bebemos de él con alegría santa, glorificando al gran Esposo y lo hacemos en memoria de lo que hizo en la cruz por nosotros: "Beban TODOS de esta copa, porque esto es mi sangre que establece el nuevo pacto, la cual es derramada para perdonar los pecados de muchos. Mateo 26:27-28 Porque el Esposo verdadero, Cristo el que es el Verbo desde toda la eternidad, quien tomó la forma de esclavo y todo lo ha creado con sabiduría.También con este milagro honró Jesús con su presencia el matrimonio y lo aprobó: santificó a los esposos, los llamó, y obedecieron al llamamiento de la gracia, y con este llamamiento y obediencia nos declaró, que si es bendecido el matrimonio terrenal, es mucho más santo y digno el espiritual, por el que el creyente se consagra y se une estrechamente con Dios aquí en la tierra, para unirse después eternamente con Él en el Cielo. -Ludolphus


ORACIÓN: SEÑOR mío Jesucristo que en el dia tercero, esto es, en el tiempo de la gracia y de la misericordia, fuiste a las bodas que significaban tu unión con la Iglesia, y convertiste el agua en vino, manifestando que representa cosas verdaderamente espirituales, que hasta entonces se habían tenido por terrenales, mandando al mismo tiempo que se llenaran las vasijas de agua, para demostrar que se habían llenado también las profecías que anunciaban tu venida al mundo. Te ruego que conviertas y cambies la frialdad de mi alma, en el fervor de tu amor; su amargura en lo dulcísimo de tu suavidad, y su inconstancia, en la constancia y firmeza de tu gracia.

Cambia el agua helada de mi falta de devoción en el vino del santo y fructuoso del verdadero arrepentimiento. Altísimo y Santo Salvador de todos, conserva sin alteración alguna el vino del Espíritu Santo que está en nosotros, y aleja de nosotros toda adversidad, todos los malos pensamientos que diluyen tu vino santo, líbranos de las angustias del pecado que nos oprimen, Dios misericordioso, tú que todo lo has creado con sabiduría. Y así bebiendo y embriagándome con Él todos los días de mi vida, se convierta después por tu misericordia, en el vino de mi gozo y bienaventuranza eterna. Amen . Ludolphus