AGOSTO  16

17.11.2022

Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, que corren del Líbano. "Cantares 4:15

Aquí la esposa es llamada una fuente del huerto, un "pozo de aguas vivas que corren del Líbano". No es Dios que es llamado aguas vivas, sino la misma esposa. Y tan frescas y refrescantes son sus aguas que su esposo dice que ellas vienen del Líbano, lugar de montañas frescas y bosques frondosos. Así somos hechos nosotros, la esposa del SEÑOR, por nuestra unión con Él; "El que se une al SEÑOR un solo Espíritu es con Él." Él es la vida de nuestra alma, la vida divina que fluye a través de nosotros.
De la boca del Esposo, Cristo, brotan palabras de vida que apagan la sed de cuantos las beben con el oído de la fe. Él mismo se la ofreció a la Samaritana: "Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: dame de beber, tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.., y el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna" (Juan 4:10-14). Se trata del don del Espíritu Santo: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba, pues el que crea en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él". Juan 7:37-39).

El Espíritu Santo nos aviva y llena de Su propia vida, fluyendo como un río espléndido en nuestro interior. Y Jesucristo, el Hijo de Dios, se hizo hombre para comunicarnos este esplendor por medio del Espíritu Santo obrando en nuestro corazón, para ser conformados a Su imagen. Así somos hechos hijos en el Hijo unigénito de Dios, por la fe y tenemos a Dios Padre como nuestro padre. " A Todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;" Juan 1:12 Desde el día en que creemos, vivimos como sus propios hijos, aunque por adopción. Desde el día en que creemos, moramos en Él, en su propio esplendor y magnificencia. El agua de vida fluye dentro de nosotros, de tal manera que, nosotros mismos nos convertimos en una "Fuente y pozo de aguas vivas que corren del Líbano".

Como de nuestro interior corren aguas vivas, somos capaces de dar a otros sedientos que tienen sed. Ellas pueden refrescarse en nosotros, en nuestras aguas. En todo esto, es Jesucristo a quien amamos tanto, y a quien seguimos. Estamos tan enamorados de Él que estamos listos para dejar todo lo demás de este mundo por Él: todo respeto humano, toda nuestra seguridad humana, sólo centrados en agradar a Dios y no contristar Su Espíritu, para seguir disfrutando de Su presencia, de Su paz, de Su esplendor. Siguiendo perfectamente la voluntad de su Padre sin reserva, sin temor a las consecuencias. Si el mundo nos persigue por vivir así, tanto mejor. Estamos preparados a sufrir persecución con alegría de corazón, sabiendo que esta nos une más aún con el amado de nuestro corazón. "Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes." Mateo 5:11-12

Si queremos vivir en esta luz con Él, tenemos que conformar nuestra vida más a la suya, y no sólo interiormente, sino que exteriormente también, en nuestro comportamiento y acciones. Toda nuestra vida tiene que cambiar, de tal manera que cada persona que nos conoce se dé cuenta del cambio en nosotros. Así seremos para los incrédulos un misterio que no se entiende, o algo que ellos tienen como una locura. Pero para los que creen y buscan al SEÑOR, seremos como un pozo de aguas vivas. Ellos no pueden ver a Dios, pero nos ven a nosotros, y encuentran en lo que ven en nosotros lo que buscaron en otras partes. Así, pueden refrescarse con nuestro ejemplo y palabras como en un jardín o en un huerto. Ven a Cristo en nosotros. Somos para ellos "fuente de huertos, pozo de aguas vivas, que corren del Líbano". Así seremos para los incrédulos un refresco, como lo fue para Balaam, profeta pagano de Moab, cuando vió a Israel: "¡Cuán hermosas son tus tiendas oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel! Como arroyos están extendidas, como huertos junto al río, como áloes plantados por el SEÑOR, como cedros junto a las aguas" (Num. 24: 5-6). Así fue Israel entre las naciones; así debemos ser nosotros en el mundo. -Steven Scherrer