MAYO  1

08.07.2022

"Yo era insensato y no entendía; era como una bestia acerca de ti". Salmo 73:22.

Ten presente que esta es la confesión del hombre que, como está escrito, fue según el corazón de Dios, y que al revelarnos su vida interior, escribe: "Yo era insensato y no entendía". La palabra insensato en este pasaje significa más de lo que parece. David en un versículo anterior escribe: "Tuve envidia de los insensatos, viendo la prosperidad de los impíos", lo que muestra que la insensatez de la que habla era en sí pecado. El, pues, se considera insensato. En qué medida lo era, él no lo podría decir. Esa insensatez era pecaminosa, una insensatez que no podría excusarse de fragilidad, sino tenía que ser condenada por su perversidad y por su terca ignorancia, pues ha envidiado la presente prosperidad del impío y ha olvidado el espantoso fin que le espera.

¿Somos nosotros mejores que David para llamarnos sabios? ¿Pretendemos haber alcanzado la perfección o haber sido tan purificados como para afirmar que la disciplina ya quitó de nosotros toda terquedad? Esto sería presunción. Si David era insensato, ¿cuán insensatos seríamos nosotros en nuestra propia consideración, si sólo pudiésemos vernos a nosotros mismos? Reflexiona, creyente; recuerda cómo has dudado de Dios, siendo él tan fiel contigo; cómo gritaste: "No así, Padre mío", cuando él se retorcía en aflicción para darte la mayor bendición. Recuerda cuántas veces miraste con pesimismo su providencia, interpretaste mal sus dispensaciones, y gemiste diciendo: "Todas estas cosas son contra mí", cuando todas las cosas cooperan juntas para tu bien. Piensa cuán frecuentemente has escogido el pecado por placer, cuando, en verdad, ese placer fue para ti una raíz de amargura. Si conocemos nuestro propio corazón, tenemos que confesarnos culpables ante la acusación de pecaminosa insensatez; y conscientes de esto, tenemos que hacer nuestra la resolución de David: "Tú me guiarás según tu consejo".


«Era como un verdadero monstruo delante de Ti», no sólo una bestia, sino una bestia embrutecida, una de las más obstinadas e intratables de todas las bestias. Creo que ningún hombre puede ir más abajo que en esta humilde confesión. Esta es una descripción de la naturaleza humana y del viejo hombre, que ha comprendido y confesado su pecado, que ha sido renovado C. H. S.Era como una bestia delante de Ti. Permitía a mi mente que se ocupara totalmente de las cosas de los sentidos, como las bestias que perecen, y no miraba a mi estado futuro, ni consideraba el someterme a los sabios designios de una providencia infalible. Adam Clarke


Y yo era tonto e ignorante. La perversidad de la que está hablando surgió de la ignorancia, se molesta consigo mismo, la culpa se la atribuye totalmente a sí mismo, por causa del pecado había perdido el buen juicio y la comprensión, por ello fue reducido a un estado de estupidez brutal. Porque, habiendo actuado como un necio, cayó en el rango de un animal, por lo cual dice: "No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; y hay que detener su brío con el freno y con la rienda, pues de otra manera no se acercan a Ti." Salmo 32:9 Podemos concluir; que los hombres nunca forman un juicio correcto de las obras de Dios; porque cuando aplican sus mentes para considerarlas, todas sus facultades fallan: Siempre que no estemos satisfechos con la manera de la providencia de Dios para gobernar el mundo, recordemos que esto se debe a la perversidad de nuestro entendimiento.