JUNIO 15

"Mis ovejas oyen mi voz". Juan 10:27
Con frecuencia escucho a los creyentes preguntar: ¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios? "Mis ovejas", mi rebaño que compre a precio de mi Sangre derramada en la Cruz. Él SEÑOR habla a Su pueblo y éste le sigue porque reconoce Su voz Juan 10:4. Las ovejas de Cristo escuchan la voz de Su Pastor: En Su Evangelio, en Su Palabra escrita, Cristo mismo es la Palabra viva en ella, "el Verbo hecho carne" Juan 1:14.
El SEÑOR Todopoderos se vale de muchos medios para hablar a Sus ovejas, algunos de estos son: A través de una predicación, de un devocional, de un consejo guiado por el Espíritu Santo y cuando pasamos tiempo en oración. ¡Necesitamos orar! Oír la voz del SEÑOR mientras oramos con toda devoción y quietud es el privilegio de Sus ovejas.
El profeta Ezequiel dice: "Y cuando se paraban y bajaban sus alas, SE OÍA UNA VOZ DE ARRIBA." Ezeq. 1:25 Hemos visto un pájaro revoloteando, y aunque estaba parado, sus alas estaban revoloteando. Pero aquí se nos dice, que cuando se detenían y dejaba de moverse "Se oía la voz de arriba". ¿No nos arrodillamos o sentamos algunas veces delante del SEÑOR y sin embargo nos damos cuenta de cierto revoloteo en nuestros espíritus? Nos sentimos inquietos, no logramos sentir una verdadera paz en Su Presencia como deberíamos. Nos cuesta estar quietos y esperar. Los pájaros tienen sus nidos en los árboles y en ellos se recogen, los ciervos tienen sus matorrales para esconderse y ponerse a salvo y refrescarse en su sombra en verano; también nuestros corazones, tienen que escoger cada día su sitio, bien en las llagas de nuestro SEÑOR o en cualquier otro lugar cerca de Él para retirarse en las ocasiones y aligerarse de los problemas exteriores, estando como en el fuerte donde defenderse de las tentaciones.
Feliz
el alma que puede decir en verdad al SEÑOR con Isaías: «Tú has sido mi
fortaleza en la aflicción, mi muralla segura, mi refugio contra la
tempestad y mi sombra contra el calor.» Isa.25:4 Recuerda por tanto,
retirarte varias veces durante el día en la soledad del corazón, aunque
corporalmente estés en medio de asuntos y bullicio. Esta soledad mental
no la pueden estorbar las personas que puedan estar a tu alrededor, pues
no rodean tu corazón sino tu cuerpo, mientras el corazón permanece sólo
en la presencia de Dios, escuchando su voz en esta divina quietud
espiritual.
No
mantenerse lo suficientemente quieto en oración, para escuchar al SEÑOR
hablar, y seguir nuestros propios pensamientos en el asunto, puede
significar un retroceso y falta respuesta a la Oración: "En quietud y
confianza será su fortaleza" Isa.30: 15 ¡Cuánta energía se desperdicia!
¡Cuánto tiempo se pierde por no parar las alas de nuestro espíritu y
permanecer silenciosos delante de Él! ¡Cuán grande es la calma, el
reposo y la paz que recibimos, cuando esperamos en Su Presencia hasta
que le escuchamos! ¡Ah! entonces podemos caminar como el relámpago, y
no retroceder en nuestro marcha, sino seguir hacia adelante dondequiera
que el Espíritu Santo vaya.