JUNIO 15

13.09.2022

Despidiendo a la multitud, lo llevaron con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con Él. Pero se levantó una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya la barca se llenaba de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla; entonces lo despertaron y le dijeron*: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: «¡Cálmate[¿, sosiégate!». Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?». Marcos 4:36-40


En medio del mar se levantó una gran tempestad, este mar está sujeto a tormentas muy repentinas y severas. Los pescadores experimentados advirtieron en seguida el peligro que los amenazaba, mucho más cuando las olas ya saltaban dentro de la barca. La gran tempestad y fuerte oleaje en el mar de Galilea simbolizan las pruebas, tentaciones. aflicciones, y contradicciones que deberán venir sobre el creyente. Porque la Iglesia de Dios es como un barco en una tormenta, siempre arrojado sobre "las olas de este mundo problemático". Es un consuelo para aquellos que bajan al mar en barcos, y que se encuentran en peligro allí, reflexionar que tienen un Salvador en el que confiar y al que clamar por ayuda, que sabe lo que es estar en tormentas. Los que pasan con Cristo por el océano de este mundo, deben esperar tormentas. Su naturaleza humana, semejante a la nuestra en todo menos en el pecado, estaba fatigada, y dormía en ese momento para probar la fe de sus discípulos. Ellos, en su temor, acudieron a su Maestro. Así sucede en un alma; cuando las lujurias y las tentaciones se hinchan y se enfurecen, y Dios está, por así decirlo, dormido ante ella, esto la lleva al borde de la desesperación. -Mathew Henry


"¿Has escuchado un insulto? Es el viento. ¿Te has irritado? Es el oleaje. Cuando el viento sopla y se encrespa el oleaje, zozobra la nave, zozobra tu corazón, fluctúa tu corazón. Nada más escuchar el insulto, te vienen ganas de vengarte: si te vengas, cediendo al mal ajeno, padeciste naufragio. Y esto, ¿por qué? Porque Cristo duerme en ti. ¿Qué quiere decir que Cristo duerme en ti? Que te has olvidado de Cristo. Despierta, pues, a Cristo, acuérdate de Cristo, vele en ti Cristo; piensa en él. ¿Qué es lo que pretendías? Vengarte. Se apartó de ti, pues él mientras era crucificado, dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. El que dormía en tu corazón, no quiso vengarse. Despiértalo, piensa en él. Su recuerdo es Su palabra; su recuerdo es su voz de mando. Y si en ti vela Cristo, te dirás a ti mismo: ¿Qué clase de hombre soy yo, que quiero vengarme? ¿Quién soy yo para permitirme amenazar a otro hombre? Prefiero morir antes que vengarme. Si cuando estoy jadeante, rojo de ira y sediento de venganza abandone este cuerpo, no me recibirá Aquel que no quiso vengarse, no me recibirá Aquel que dijo: "Den y se les dará, perdonen y serán perdonados." Por tanto, refrenaré mi ira, y retornaré a la paz de mi corazón. Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: «¡Cálmate¿, sosiégate!»

Y lo que digo de la ira, tómalo como norma en todas tus tentaciones. Nace la tentación: es el viento; te alteras: es el oleaje. Despierta a Cristo, que hable contigo. Pero, ¿quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen! Que ¿quién es éste a quien el mar obedece? Suyo es el mar, porque él lo hizo. Por medio de la Palabra se hizo todo. Imita más bien a los vientos y al mar: obedece al Creador. A una orden de Cristo el mar oye, ¿y tú te haces el sordo? Oye el mar, cesa el viento, ¿y tú estás quejándote? Esto es negarse a recobrar la calma a una palabra de Cristo. En los momentos de perturbación, no te dejes vencer por el oleaje. No obstante y puesto que al fin y al cabo somos hombres, si soplare el viento, si se alborotan las pasiones de nuestra alma, no desesperemos: Despertemos a Cristo con nuestro clamor, para que podamos navegar con bonanza y arribar al puerto de la patria celestial."- Agustín de Hipona


¡Maestro no tienes cuidado que perecemos! En recelosa inquietud y angustia mortal los discípulos claman al Maestro. Es un llamamiento de desesperación. La única salida que ven es el SEÑOR, que está con ellos. Se dan por perdidos y no encuentran ayuda en su experiencia ni en sus propias fuerzas. Sólo Jesús podría liberarles del peligro. La exclamación: "Perecemos", además del significado literal, tiene un sentido más espiritual: nos vamos a pique, nos hundimos, estamos en un trance mortal, nuestra vida está al borde del abismo y está llegando a su fin, se ha perdido toda esperanza. Vemos el peligro de muerte de tal forma que con el riesgo exterior al mismo tiempo parece que vaya disminuyendo toda esperanza interna de la vida.


La violenta tempestad, es un llamado para dejar los compromisos terrenos y tomar un solo compromiso, a saber, el que se toma con el SEÑOR. Esta es la enseñanza que nos deja el Maestro Divino: El desprendimiento de la confianza en las propias facultades. En la tormenta se experimentó lo que significa en último término el seguimiento de Jesús: él está en la barca y en el centro, él sólo basta, puede suceder en torno lo que él quiera; sólo Él nos puede liberar. Vivir de estas verdades es la incumbencia de la fe, que desde los comienzos raquíticos debe llegar a la confianza ilimitada, desde la fe escasa hasta la plenitud de la fe. Esta escena puede estar con frecuencia ante nuestros ojos, aunque todas las apariencias sean de signo contrario. Sin embargo, Jesús está en la barca....


«¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?» La fe es todavía débil en aquel que teme. La fe disipa el temor, porque llena de Dios a todo el hombre. La luz de la fe quita de todos los rincones la sombra de la preocupación y de la angustia. Son «hombres de poca fe», es decir, la fe ya existe, de lo contrario no hubiesen esperado que el SEÑOR los ayudaría; pero todavía es escasa, de lo contrario no hubiesen afirmado angustiosos que estaban perdidos. En esta situación se encuentra a menudo el discípulo de Jesús. Cree, pero no íntegramente, espera ayuda de arriba, pero no toda la ayuda; no se sabe todavía enteramente a salvo en las manos sustentadoras del Padre, como Jesús ha enseñado. Jesús refrena las fuerzas desencadenadas y reprime la furiosa tormenta y el mar agitado. De repente el lago se queda muy tranquilo, el tumulto parece que se ha desvanecido." -Wolfgang Trilling


"No teman" Hijos míos, pase lo que pase, recuerden que yo estoy siempre con ustedes. Tengan presente que, visible o invisible, despierto o dormido, vigilo siempre, estoy por todas partes, soy Todopoderoso. No tengan jamás ningún temor, ninguna inquietud: estoy ahí, vigilo, los amo, lo puedo todo.... Acuérdense de esas tempestades, cuando eran tranquilizados con una palabra, haciendo venir una gran calma. Tengan confianza, fe, y coraje; acuérdense sin inquietud por parte de su cuerpo y su alma, pues yo estoy ahí, Todopoderoso y amándoos. Pero que su confianza no nazca de la dejadez, de la ignorancia de los peligros, ni de su propia confianza o en otras criaturas... Los peligros que corren son inminentes; los demonios, enemigos fuertes y astutos, su naturaleza pecadora y el mundo mismo les harán una guerra encarnizada. Y en esta vida, la tempestad es casi constante, y su barca está siempre cerca de zozobrar... Más no olviden, estoy ahí, con ustedes, ¡esta barca es insumergible! Desconfíen de todo, sobre todo de ustedes, pero tengan una confianza total en mí que he desterrado toda inquietud." - Charles de Foucauld


ORACIÓN: Misericordioso Dios y SEÑOR mío, JESUCRISTO: Dignate por tu gran bondad subir en el débil barco de mi corazón, calmar los vientos impetuosos de la soberbia, las embravecidas olas de los vicios del alma, y de los deseos pecaminosos que lo agitan y conmueven; no sea que alguno de ellos me haga flaquear en la fé, me hunda y me pierda para siempre. Dame consejo en medio de las confusiones de mi espíritu, ayuda en las persecuciones, consuelo en las tribulaciones, fortaleza en las adversidades y en toda tentación tu fuerza y poder para resistir. Líbrame de las tempestades del agitado mar de este mundo, condúceme a la tranquilidad y calma de la playa, concédeme la paz interior que sabes que necesito ahora, y después la gloria eterna en la que para siempre te alabe.... Amen. D.A.