ABRIL  15

11.04.2022

El testimonio de las horas más tristes de la vida de nuestro SEÑOR, son sus palabras antes de morir, el vaso que recoge sus últimas lágrimas, el recordatorio de sus sentimientos antes de expirar. Estas fueron algunas de ellas:

.- " PADRE PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN. " Lucas 23:34. Esta oración de Jesucristo por quienes lo crucificaron, revela que el perdón de los pecados es la base de nuestra justificación y redención en Cristo, de nuestra Salvación y nos ha dado la entrada al cielo. Porque sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecados. Heb. 9:22 La sangre de Jesús es la que nos proporcionó el perdón de los pecados. El sacrificio de Cristo en la cruz tiene un significado espiritual tan inefable, profundo y poderoso que sobrepasó todos nuestros pecados: Es el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones pasadas, pero que ahora ha sido manifestado.... Col. 1:26

La condición de perdonar a nuestro prójimo, aunque sea injusto, merezca nada y sea muy malo, es la condición sin la cual el Padre no perdonará a nadie: "Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones." Mateo 6:14-15 Si el SEÑOR nos mostró tanta misericordia y amor al morir por el perdón de nuestros pecados, perdonemos de corazón a los que nos ofenden. Sigamos el ejemplo de Cristo, y que esta sea nuestra oración diaria contra los que nos ofenden, traicionan y dañan: " Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen."

"¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?" Mt 27,46; Mc 15,34. " Demos una mirada con santo asombro y notemos los destellos de luz entre las horribles tinieblas de este mediodía-medianoche. Primero, la fe de nuestro Señor requiere nuestra reverente imitación; El sigue agarrado a su Dios con ambas manos y grita dos veces: ¡Dios mío, Dios mío! El espíritu de adopción era fuerte dentro del Hijo del Hombre que sufría, y no tenía duda de su interés en su Dios. ¡Oh, si nosotros pudiéramos imitarlo en este adherirse a un Dios que nos aflige! Y el que sufre no desconfía del poder de Dios para sostenerle, porque él es un Dios poderoso y omnipotente. ¿Por qué me has abandonado? Hemos de poner énfasis en cada una de las palabras de esta la más triste de todas las expresiones. ¿Por qué? ¿Cuál es la gran causa de este extraño hecho, que Dios abandone a su propio Hijo en un momento de aflicción tan intensa? No hay causa en El; ¿por qué, pues, le ha desamparado? Es algo que ha tenido lugar, y el Salvador está sintiendo su efecto cuando hace la pregunta; ¡sin duda es cierta, por más que sea tan misteriosa! No era una «amenaza,» de ser abandonado lo que le hace clamar hacia la gran Seguridad; El está sufriendo este abandono en la realidad pura.

Puedo entender por qué el traidor Judas y el tímido Pedro no se hallaban allí, pero ¡que Tú, mi Dios, mi fiel Amigo, me hayas abandonado! Esto es lo peor de todo, sí, peor que todo lo demás. El infierno mismo tiene como su peor llama la separación del alma de Dios. Abandonado. Si Tú me hubieras afligido podría sufrirlo, porque tu faz resplandecería; pero el abandonarme del todo, ¡ah!, ¿por qué? Tu Hijo inocente, obediente, sufrido, ¿por qué abandonarme cuando estoy pereciendo? La idea de uno mismo sometido a penitencia, y la vista de Jesús en la cruz, vistas por la fe, pueden explicarnos mejor esta pregunta. Jesús es abandonado porque nuestros pecados se han interpuesto entre nosotros y nuestro Dios.- C. H. S.

.- "TENGO SED" Juan 19:28. La sed fue una de las circunstancias más angustiosas que estuvieron presentes en la crucifixión de Cristo. Eligió beber vinagre; y lo hizo con el propósito de fortalecer nuestra fe. Para mostrar que todo lo que los profetas predijeron acerca de él se cumplió exactamente: Y por comida me dieron hiel, Y para mi sed me dieron a beber vinagre. Salmo 69:21 ¡Oh!, cómo se funden de amor nuestros propios corazones cuando recordamos cómo nos hemos afligido nosotros por nuestros pecados contra Él; ¡cuánto mayores eran sus agonías por nosotros! Hemos sufrido hiel y ajenjo, pero El ha gustado una copa más amarga. La ira de Dios ha secado nuestros espíritus, pero El fue abrasado con ira flameante.

Es un punto culminante de la sabiduría celestial hacer de nuestras necesidades comunes como la sed, en obediencia al mandato de Dios y con el objetivo de alcanzar su gloria; para enseñarnos que podemos ocuparnos de nuestros asuntos terrenales con mentes celestiales, y en servir a los hombres para servir a Dios; y si comemos o bebemos, o cualquier otra cosa que hagamos, sea para gloria de Dios. 1 Corintios 10:31. -John Trapp

.- "PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU." Lucas 23:46 Cada día debemos encomendar nuestras almas en las manos de Dios mientras estemos en el mundo, porque estamos rodeados de muerte, para que Dios pueda liberar nuestra vida de todos los peligros, cuando llegue la hora de partir de este mundo, debemos hacer esta oración, y estar seguros que son buenas, sabias y solemnes; para que Cristo reciba nuestro espíritu. Porque Él recomendó su propio espíritu en las manos de su Padre, para poder conservar el nuestro para siempre.

Con gran voz Cristo exclamó estas palabras ante el mundo, que para siempre irá hundiéndose en la aprehensión pagana de la muerte, del temor de la muerte, la desesperanza de la inmortalidad y la resurrección. Pero el acto del Salvador fue recomendar su espíritu a Dios en la hora solemne de la muerte. El mismo acto de fe es apropiado para todo el pueblo de Dios, tanto cuando afronta problemas y dificultades como en la muerte. Estas fueron las últimas palabras de Esteban, Hechos 7:59, de Policarpo, de Bernardo, de Huss, de Jerónimo de Praga, de Melanchthon y de muchos Otros. «Bienaventurados son» dijo Lutero» «los que mueren no sólo por el SEÑOR como mártires, no sólo en el SEÑOR, como todos los creyentes, sino igualmente con el SEÑOR, exhalando sus vidas en sus manos: "En tus manos encomiendo mi espíritu". J. J. Stewart Perowne

"Encomiendo y pongo en tus sagradas manos, oh Dios mío, lo que soy, que Tú conoces mucho mejor que yo, débil, desgraciado, herido, voluble, ciego, sordo, mudo, pobre, desprovisto de todo, sí, menos que nada, a causa de mis pecados, y más miserable de lo que puedo saber o expresar. Recíbeme, Señor Dios, y haz de mí lo que Él, el Cordero divino, quiere que sea. Te encomiendo, ofrezco y entrego en tus manos todos mis asuntos, cuidados, afectos, consuelos y labores, todo lo que Tú sabes viene sobre mí. "- F.Tomás De Jesús

¡Oh, qué diferente es esta mirada del pecador despertado dirigida al Calvario cuando la fe hace elevar el ojo hacia el agonizante que sangra por el culpable! Y qué gratitud deberían sentir los hombres que perecen por el hecho de que, del que pende del madero maldito proceden las palabras de invitación: "Pongan su mirada en mí todos los términos de la tierra, y reciban Salvación, porque yo soy Dios, y no hay más." Isaías 45:22.- John Morison