FEBRERO 15

"Vive el SEÑOR, que ha redimido mi alma de toda angustia." 1 Reyes 1:29
Era el mediodía de la vida de David y, mirando hacia atrás, vio cuán bueno había sido el Señor con él. Dios lo había sacado paso a paso de un pozo horrible y del lodo cenagoso, colocándolo sobre una roca y enderezando sus pasos. ¿Qué necesidad había entonces de que los hombres interfirieran para acelerar el desarrollo de los propósitos divinos? Había sido su hábito de toda la vida esperar. Todo cuanto necesitaba, buscaba a Dios para que se lo proveyera. Cualesquiera que fueran las dificultades que impedían su camino, buscaba a Dios para que las eliminara. Cualesquiera que fueran los hombres que se interpusieran en su camino, él buscaba a Dios para que se ocupara de ellos. Dos veces en el desierto se negó a quitarle la vida a Saúl quien lo perseguía para matarlo.
Nunca dejes que haya angustia sin clamor. Oirá tu voz desde su templo, y tu oración llegará delante del SEÑOR. Él te responderá y te pondrá en lugar espacioso. Incluso hay una ganancia en la angustia, porque trae nuevas fases de la ayuda redentora de Cristo.
Dios redimió a David de la calumnia de los que lo calumniaban sin causa. En muchos de sus salmos se refiere al odio injusto y cruel que tergiversaron su vida y a sus obras. Pero Dios, a quien encomendó su causa, le hizo justicia, de modo que su justicia resplandeció como la luz, y su derecho como el mediodía. Salmo 37:6 Así El SEÑOR hará por ti. Aquellos que ahora presentan todo tipo de cargos desagradables contra ti, se verán obligados a admitir tu inocencia. Solo deja tu causa con Dios, y quédate quieto.
Dios redimió a David de todas las aflicciones que ensombrecieron sus primeros días: de sus andanzas por el desierto; de encontrar su muerte en muchos campos de batalla terribles. Apenas nos damos cuenta, ahora mismo, de cuánto le debemos a Cristo, el Ángel de la redención de Dios, que está siempre a nuestro lado, acampando a nuestro alrededor con su amor, para que ningún mal se acerque a nosotros, ni lazo haga tropezar nuestros pies. Nuestro camino está lleno de muchos peligros, como lo encontraron los peregrinos al transitar por el valle de la sombra; pero hay una salida, y por la mañana nos estaremos maravillados al ver cómo escapamos de manera prodigiosa. Dios redimió la vida de David de la destrucción. Este fue el milagro más grande de todos, cuando consideramos las fuertes pasiones que dormían dentro de él, estallando cada vez que se liberaba de la gracia de Dios.
Que Dios te redima de todas tus adversidades. No pierdas el ánimo ni la esperanza. No extiendas tu mano para vengarte y liberarte por un acto que luego podría causarte vergüenza o dolor. "Confía en el SEÑOR, y haz el bien.... Encomienda al SEÑOR tu camino. Confía en Él, y Él hará. Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él;" Sal.37: 3‑7. El que convierte los glaciares en ríos quitará todas tus dificultades y perplejidades. Él te hará heredar la tierra. Él te exaltará a su debido tiempo, y te permitirá ver que los malos reciben su merecido. Aquel que redimió tu alma con su preciosísima Sangre no puede fallarte, por mucho tiempo que se demore. Recuerda que Él siempre vive, ama y reina. "Vive el SEÑOR, que ha redimido mi alma de toda adversidad." - F.B.Meyer