AGOSTO 1

Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto. 1 Pedro 1:8
"¿Por qué amas así a
tu Salvador? preguntan los incrédulos. Corazón mío, tú no puedes responderles
como para hacerles ver Su encanto, pues ellos están ciegos, pero al menos
puedes ser justificado a oídos de quienes tienen entendimiento; pues sin duda
le amarán, si les dices por qué tu lo amas. ¡Oh!, que en tu corazón haya un
amor por Jesús que puedas decir: "Mejor es tu amor que la vida" Salmo
63:3 El amor es siempre íntimo. La fe puede permanecer a la distancia, pues su
mirada es salvadora; pero el alma que ama se acerca. El amor tiene una lengua
celestial propia. ¡Oh, el Alma amante cuando tiene su corazón lleno de la
presencia de su Salvador, cuando sale de su lugar secreto de oración! Ella es
como un gigante refrescado con vino nuevo. Puede derribar dificultades, caminar
sobre los hierros candentes de la aflicción pero sus pies no se queman. Puede
renunciar a todo lo que tenía, despojarse de sí misma, por Cristo; y sin
embargo, se volvió más rica, y va siendo ataviada con ornamentos conforme ella
misma se despoja, para poder arrojarse sobre su SEÑOR, y entregarle todo.
Le amamos por Su infinito encanto. Cristo nos ha comprado con Su sangre, además del beneficio que recibí por Su amada cruz y por Su preciosísima pasión, que, por supuesto, debe ser siempre el más profundo motivo de amor, también "Le amamos a él, porque él nos amó primero". Es imposible ver a Cristo y no amarle, contemplar el encanto en Su pasión, la gloria en esa abnegación, que uno debe amarle. Ver Su cabeza coronada de espinas sin que el corazón sienta las espinas en su interior. Verle en la fiebre de la muerte, sin que arda mi alma con la fiebre del amor apasionado hacia Él. Obsérvalo en medio de las agonías extremas de Su terrible pasión, Mi corazón siente que nadie tiene un derecho sobre él como Tú lo tienes, pues nadie más se ha entregado como Tú lo has hecho. Otros podrán haber buscado comprar mi amor con la plata del afecto terrenal, y con el oro de un carácter celoso y afectuoso, pero Tú los compraste con Tu sangre preciosa, y Tú tienes el más pleno derecho sobre él, Tuyo será, y para siempre. Anda y arrodíllate a Su lado, estoy persuadido que conforme las gotas de sangre caigan al suelo, cada una de ellas será una razón irresistible para que le ames.
Pero el Alma amante todavía tiene otro argumento para amar a Cristo. ¡Me amaste Tú a mí, Jesús, Rey del cielo, Dios de los ángeles, Señor de todos los mundos; fijaste tu corazón en mí! ¡ Me amaste desde tiempos antiguos, y en la eternidad me elegiste para Tí! "Con amor eterno me has amado". Descendiste del cielo a la tierra para ganarme para que fuera tu esposa, y me amas de tal manera que no me dejas sola en este pobre mundo desértico; y ¡estás preparando hoy mismo una casa para mí, donde moraré Contigo para siempre! SEÑOR, debo amarte, es imposible resistirme; ese pensamiento de que Tú me amas, ha conducido a mi alma a amarte. ¡A mí! ¡A mí! ¿Podías ver algo bello en mí? Yo mismo no veo nada; mis ojos están rojos de llanto, por causa de mi negrura y mi deformidad; he dicho a los hijos de los hombres: "No te fijes en que soy morena, porque el sol me quemó". ¿Y me ves blanca? Es porque me has transformado, y has formado tu imagen en mí. Que hermoso es el texto donde Jesús dice a la esposa: "Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha." ¡Sí, ha quitado la suciedad de tu pecado y estás en Su presencia tan limpia como si no hubieras pecado nunca, y tan llena de encanto como si fueras lo que serás cuando seas semejante a Él al fin! Corazón mío entrégate enteramente a tu Amado, Jesús. Confía en Cristo antes de que procures amarlo, y confiando en Cristo eres salvo. ¡Oh, debes hacerlo si conoces a Jesús, entonces entiendes que Él te ama!
¿Conoces este amor? Sé que algunos lo conocen porque lo han evidenciado en sus vidas. En cuanto a los demás, espero que lo puedan conocer, para que estén por encima de la baja posición que ocupan la mayoría de creyentes en la actualidad. Levántate de las ciénagas y de los pantanos de la tibieza de Laodicea, y sube hasta la cima del monte, donde estarás bañado de la luz del sol, Justicia, viendo la tierra hacia abajo, con las propias tempestades de la tierra bajo tus pies, y sus nubes y tinieblas desplegándose abajo en el valle, mientras ustedes hablan con Cristo, que les habla desde la nube para habitar con Él allí. Quiera SEÑOR colocar en tu corazón algún pensamiento para darle una ofrenda inusitada de acción de gracias, para prestarle un servicio inusual, de tal forma que Él sea muy honrado con lo mejor de sus ovejas, y sea sumamente gloriosa por la prueba del amor tuyo hacia Él. Sólo puedo invocar Su bendición, para que desees amar al SEÑOR y sentir más y más amor por Él. !Oh SEÑOR, restaura en cada creyente, el amor hacia a Tí, que te ame sobre todas las cosas de este mundo, que te ame con todo el corazón, con toda su mente, con todas sus fuerzas y sentir que es verdad". ¡Amen! - C.Spurgeon