ABRIL 17

03.04.2023

Entonces vino el SEÑOR y se detuvo, y llamó como en las otras ocasiones: "¡Samuel, Samuel!". Y Samuel respondió: "Habla, que Tu siervo escucha". 1 Samuel 3:10

Cuando Dios nos habla, casi siempre nos confirma sus palabras una y otra vez. Si Dios está hablando, Él lo confirmará, y a menudo de diferentes maneras. Este encuentro fue significativo para la vida de Samuel, ya que fue aquí donde conoció al Señor personalmente y donde Dios lo comisionó como profeta. Desde ese momento en adelante "la palabra del SEÑOR" estaba con él y no dejó sin cumplir ninguna de sus palabras. 1 Sam. 3:19. ¡Cuán pocos tienen una reputación de este tipo! El secreto del éxito en la obra del Señor siempre reside en hacer su voluntad. "Hagan lo que Él les diga". Juan 2:5.

Samuel no sólo profetizó palabras bonitas, de éxito, bienestar y prosperidad. Tenemos la inclinación como Acab, rey de Israel, que nos profeticen lo que queremos escuchar y no lo que necesitamos escuchar.1 Reyes 22:8. Pero Samuel con valor y sin temor, confrontó el pecado oculto y vergonzoso de los hijos de Elí, sacerdote y juez de Israel, su permisividad y negligencia como padre con ellos, por lo cual emitió palabra de juicio que ningún sacrificio podría evitar. 1Samuel 3:13-14

La historia de Samuel es un verdadero compendio de lo que significa autoridad, liderazgo presente; escuchar, entender y obedecer la voz de Dios. Este hábito de la obediencia es el que capacita a los hombres con valentía y fidelidad para cumplir con sus deberes para con Dios y los hombres. Para poder hablar de parte de Dios, es preciso primero escucharle. No sólo es un deber moral de quien ministra su Palabra, sino que es, además, un honor y un deleite. El llamado de la gente al arrepentimiento y a apartarse de sus malos caminos es el llamado de Dios. ¡Oh predicadores de hoy, hagamos un llamado a nuestros rebaños para que se aparten de sus malos caminos y preparen sus corazones para seguir solo al SEÑOR!

¡Cuán vital es en cada vida el oído que escucha! Habacuc dijo: "Yo estaré sobre mi guardia, y me colocaré sobre la torre, y velaré para ver qué me dirá". El salmista dijo: "Escucharé lo que hablará Dios el Señor". Sin embargo, no es sólo escuchar, sino hacer. Cristo dijo: "Todo el que oye estas palabras mías y las hace". Mat. 7.24 Casi podemos escuchar la voz de Dios cuando dice: "Oh, si mi pueblo me hubiera escuchado"; "los habría alimentado también con lo mejor del trigo". Cuando dijo: "Habla, que tu siervo oye", quiso decir: "Muéstrame tu voluntad a través de tu Palabra, quiero obedecer conocerte más para amarte y seguirte". Escuchemos la voz de Dios y leamos la Palabra de Dios, para que podamos observar y hacer de acuerdo con todo lo que Él manda.