ENERO 12

"Luz se ha sembrado para el justo, Y alegría para los rectos de corazón". Salmo 97:11
Recordemos que la luz está implantada dentro del justo; es decir, dentro de aquellos que hemos sido justificados por la fe, a través de la Sangre de Cristo. Toda oscura providencia que nos llega es una semilla de luz. La luz está oculta en la cubierta áspera; pero si tomamos la semilla y la plantamos en el surco cortado en nuestro corazón por el dolor, a su tiempo dará su bendito fruto de luz. Requiere tiempo sacar de la planta la belleza de la semilla; la semilla debe yacer en la tierra y morir, para que el germen vivo envuelto en la cáscara pueda brotar. Juan 12:24 Entonces tenemos que esperar un tiempo, a veces mucho tiempo, para obtener la bendición de la tristeza o el dolor que Dios nos da.Debemos darle tiempo a la semilla para que crezca. Sin embargo, necesitamos fe y paciencia para obtener la rica bendición. No poder aceptar la amargura de la semilla es perder la dulzura del fruto maduro. Sin duda, muchas personas dejan de recibir las mayores y mejores bendiciones de la vida, ¡porque no pueden soportar el dolor o la severidad en que están envueltas las bendiciones!
Cada cruz que estamos llamados a tomar, es también una semilla de luz. Estamos fuertemente tentados en estos días de comodidad, a buscar para nosotros formas de vida fáciles y evadir las que son difíciles. Naturalmente, no nos gusta llevar cargas pesadas, realizar tareas difíciles, hacer abnegaciones y sacrificios. No mucha gente muere por exceso de trabajo; muchos más mueren de aburrimiento. Tanto las almas como los cuerpos, ¡se marchitan por la autoindulgencia!
Cuando disfrutamos de una gran prosperidad mundana, nos las arreglamos con facilidad, sin muchas pruebas o luchas, creemos que estamos disfrutando del favor especial de Dios, y que estamos siendo bendecidos de manera peculiar por Él. Pero cuando los tiempos se hacen más difíciles, cuando hay más conflicto, cuando hay menos cosas agradables, pensamos que no estamos teniendo tanto favor divino como antes.
Pero nos equivocamos. Es un pensamiento erróneo que Dios siembra las mejores bendiciones de la vida entre las flores de los jardines de la tierra. Pero, en realidad, yacen con mayor abundancia en los campos desnudos del trabajo y los sufrimientos. El lujo no tiene ni la mitad de gérmenes y posibilidades de verdadero bien que los que se encuentran a lo largo de los caminos más severos de la vida. Por supuesto, no es fácil tomar la cruz y llevarla; pero si somos sabios, no es la comodidad lo que buscamos, sino el bien, el crecimiento, la bendición, el carácter, una vida más abundante. No fue fácil para Jesús avanzar hacia su cruz, viéndola siempre a la vista. Se nos dice, también, que soportó la cruz, despreciando la vergüenza, por el gozo que se le proponía. A sus ojos, la cruz era una semilla de luz; la luz, ¡qué maravillosa luz era!, estaba envuelta en los pliegues negros. Tomó la semilla de la ignominia, la vergüenza y el dolor, y de ella brotaron todas las gloriosas bendiciones de la redención humana.
Dios envuelve sus mejores cosas en mantos oscuros, en cáscaras que nos repelen por su agudeza y su amargura. No se puede obtener nada de mucho valor, sin costo alguno. Una vida fácil tiene resultados pequeños. Nos alejamos de las cosas que son difíciles, pero en realidad todos los llamados a deberes severos son semillas de luz; son llamadas a aceptar dones divinos de valor inestimable. Las tareas duras llevan dentro de sí, gérmenes de bien y bendición. "En trabajos más abundante", 2 Cor.11:23. ¡Las cruces florecen, en coronas! Todos los llamados a la abnegación son invitaciones a una vida más plena. Si los aceptamos con fe tranquila y con coraje heroico, recogeremos bendiciones en nuestro corazón en el tiempo de la cosecha.
Nos estamos acercando a las semillas de la luz y alegría continuamente a medida que avanzamos por los caminos difíciles de la vida. "Los que siembran con lágrimas,con regocijo segarán".Salmo 126:5 No pueden yacer como perlas de rocío en la hoja y la flor, ni como diamantes que resplandecen con su luz; a menudo son ásperos, espinosos, que nos duele agarrar con las manos. Pero después, cuando han tenido tiempo de crecer, el fruto se revela. Cada impulso celestial obedecido, enciende en nuestros corazones una lámpara. Todo duro deber aceptado y cumplido, revela su secreto de alegría; cada sacrificio soportado por Cristo, trae su bendición. Pero si no aceptamos las semillas ásperas, nunca podremos tener el fruto maduro; por lo tanto, sólo las almas heroicas pueden obtener las mejores cosas de la vida. La fe débil recibe una pequeña recompensa; sus tímidas naves no se aventuran más allá de la vista de la tierra. ¡Solo la fe audaz descubre nuevos mundos! Sólo a los que vencen se les prometen las bendiciones de la victoria. Nadie puede saborear las alegrías de la victoria, excepto aquellos que pasan por la batalla. -JR Miller