MAYO  14

02.05.2021

Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mi. Salmo 42:7

Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas. Aquí ha unido dos fenómenos naturales terribles. Es un hecho bien conocido por la evidencia de viajeros que los chubascos en forma de tromba marina no son raros en la costa de Judea. Parece que son ocasionados por la acumulación de grandes masas de nubes, cuyas aguas se concentran en un punto para descender luego en una columna ingente, acompañada de un ruido ensordecedor.

Ahora bien, la imagen concebida en la mente del Salmista parece ser la de un inmenso torbellino que se precipita en el mar, ya agitado, y aumenta el remolino y turbulencia de las olas. ¡Qué cuadro tan terrible! Especialmente si añadimos a él las ideas de un cielo nublado, tempestuoso, y el rugido del trueno sumado al tumulto. ¿Cuál sería la situación de un buque en medio de una tempestad así, un diluvio cayendo desde arriba y alrededor el mar furioso, levantándose en tremendas oleadas, como un barco sin control, inerme, hundiéndose, a menos que escape por una intervención milagrosa.

Pues bien, a una situación así compara David el estado de su alma cuando, sumergido bajo un mar de aflicciones, dice: «Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. » ¡Qué vivo había de ser su sentimiento de angustia en aquella ocasión para hacer uso de una comparación así que expresa el terror más extremo!

Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Las olas del Atlántico sucediéndose incesantemente, trombas marinas que se acercan, y todo el océano en tumulto alrededor del nadador; la mayoría de los herederos del cielo pueden comprender la descripción, pues muchos han experimentado cosas semejantes.

Esta es una experiencia profunda desconocida para los recién nacidos en la gracia, pero bastante común para los que viajan por las aguas profundas de la aflicción; para éstos sirve de consuelo el recordar que las olas y ondas son del Señor. «Tus olas y tus ondas» dice David- todas han sido enviadas y dirigidas por Él y realizan sus designios, y el Hijo de Dios, sabiéndolo, está resignado. C,Spurgeon

El camino para olvidar nuestras miserias es recordar al Dios de nuestras misericordias. David vio aflicciones procedentes de la ira de Dios y eso lo desanimó. Pero si un problema sigue al otro, si todo parece combinarse para arruinarnos, recordemos que todos son planificados y gobernados por el Señor. David considera el favor divino como la fuente de todo el bien que él espera. En el nombre del Salvador esperamos y oramos. Una palabra suya calma toda tormenta y vuelve en luz de mediodía las tinieblas de la medianoche, cambia las quejas más amargas en alabanzas de regocijo. Nuestra expectativa de fe en la misericordia debe avivar nuestras oraciones. A la larga, su fe salió vencedora, animándole a confiar en el Nombre del Señor y a permanecer en su Dios. -Mathew Henry