MARZO  14

10.05.2022

Jesús preguntó: "¿Me amas....?" Juan 21:15

El amor para Jesús no debe ser como el que se ensombrece o cambia en la relación entre una novia y su novio. Debe ser un amor exclusivo, un amor que pone al amado, al esposo, por encima de todos los demás amores, en primer lugar. Como Esposo, Jesús tiene derecho al "primer amor". Aquel que tanto nos ha amado quiere poseernos por completo, con todo lo que somos y tenemos. Jesús se entregó total y completamente por nosotros. Ahora su amor anhela que nos entreguemos a Él y todo lo que somos, para que Él sea realmente nuestro "primer amor". Mientras nuestro amor por Él sea un amor dividido, mientras nuestro corazón esté ligado a la familia, las posesiones o cosas por el estilo, Él no considerará nuestro amor como genuino. El amor dividido es de tan poco valor para Él que no entrará en un vínculo de amor con tal alma, porque este vínculo presupone un amor recíproco pleno. Nuestro amor debe ser tan precioso para Jesús, porque Él anhela nuestro amor, Él espera nuestro compromiso inquebrantable.

El que quiera seguirme tiene que amarme más que a su padre, a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso más que a su propia vida. De lo contrario, no podrá ser mi discípulo. Lucas 14:26 Todo esto tiene que pasar a un segundo lugar. Jesús puede ser nuestro verdadero amor, nuestro primer amor, sólo si este amor tiene prioridad sobre todos los demás sólo si, cada vez que nos enfrentamos a la elección entre Jesús o las personas y las cosas, lo elegimos a Él. Jesús tiene el derecho de hacer tal reclamo sobre nuestro amor, porque no hay nadie como Él. Nadie está tan lleno de gloria, tan lleno de belleza real y de amor poderoso como Jesús. Su amor es tan abrumador, tan tierno, tan íntimo, tan ardiente y tan fuerte. Ningún amor humano podría jamás compararse con este amor. Nadie ama tan exclusivamente, tan fielmente y con tan amoroso cuidado. Nadie existe tan exclusivamente para nosotros como Jesús. Jesús sabe lo que Él puede otorgar con Su amor. Él sabe cuán feliz puede hacer a un alma. Por eso tiene mil veces más derecho que un novio terrenal a decir: "Dame todo, todo tu amor, tu primer amor, por el cual dejarías las cosas terrenales, como la novia deja todo y abandonaría el hogar y la patria por causa de su amado.

Jesús se presenta ante nosotros como Aquel que suplica. Él quiere tomar posesión completa de nosotros. Su amor es un amor celoso, porque es tan grande y lleno de un ardor tan fuerte por nosotros: No te inclinarás ante ningún otro dios, porque yo, el Señor, soy un Dios celoso. Mi nombre es "Dios celoso" Ex. 34:14. Es un dolor para Él cuando no correspondemos a Su amor con todo lo que somos y tenemos. Su amor por nosotros es tan poderoso que anhela recibir de nosotros el máximo amor, y para su verdadera esposa no hay nada más dichoso que entregar todo su ser, todo su amor a Aquel que tanto la ama. De hecho, si su Esposo la toma completamente en Su posesión, es una dicha para ella. ¡Divina posesión, benditas palabras! ¡Dios se ha apoderado de mí! Él me anhela tanto que no está satisfecho hasta que me entrego total y completamente a Él. Sólo quien ama a Jesús de esta manera puede comprender a Jesús en su naturaleza más profunda.

Recordemos al joven rico. Jesús lo amaba, y el joven anhelaba la relación de amor con Dios. Jesús vio su profundo deseo de entrar en esta comunión de vida y amor con Dios. Jesús le mostró el camino: para alcanzar la perla preciosa, la vida eterna, hay que renunciar a algo, es más, hay que renunciar a todo. Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Marcos 10:21 Luego ven y sígueme. Esto es inevitable, porque la vida divina, eterna, es amor y este amor debe ser de todo corazón. Para darle todo mi amor a Él, tengo que abandonar otras cosas que amo. El joven rico se fue triste, y hasta el día de hoy (como lo sé por mí mismo), los creyentes a menudo estamos tristes y deprimidos.

No hemos sido arrebatados a su gran gozo, porque falta la relación sincera y bienaventurada de amor verdadero a Jesús. Mientras no podamos decidirnos a darle el primer lugar por sobre todo lo demás, no conoceremos esta relación. Puede ser que algunos tengan miedo de caer en el falso ascetismo o el legalismo, pero generalmente es porque estamos encadenados a nuestras posesiones terrenales, a nuestro honor, a nuestra profesión, a las personas que amamos, etc. No le daremos a Jesús nuestro amor indiviso.

Jesús le dijo al joven rico: "¡Vende-renuncia-sígueme-únete a Mí y a Mi camino! Por amor dame tu vida y todo lo que la hace rica y deseable para ti. Dámelo no como un acto fanatico, religioso, obligado, sino por amor y te daré la vida eterna, divina, desbordante del amor divino, que es el camino más rico de todos, y que te hará abundantemente feliz, pues sólo Yo puedo conceder la vida más alta". Jesús puede decir esto, porque Él es "la Vida". Quien lo sigue, quien se une a Él, se une a esa Vida, a la corriente de vida y amor que fluye sin fin.

Sí, el que le sigue recibe la vida eterna. Eso es lo que encontré. Durante años había vivido de "gracia barata", sin responder a su llamado. Pero llegó el momento en que Su amor me abrumó. Entonces, como Su discípulo, conscientemente elegí Su camino. Trate de ir como nos enseñó en el Sermón de la Montaña. Durante la guerra y la posguerra, renuncié a mis últimos bienes según el mandamiento de Jesús: "Den, y se les dará..." Lucas 6: 38. Desde entonces supe por mí mismo que quien sigue a Jesús está realmente unido a la "Vida eterna", a la fuente del amor que fluye sin fin. Supe que esta fuente de amor se derrama sobre todo en los corazones de los pecadores y los humildes. Desde que comencé a tomar en serio el llamado de Jesús, se me han mostrado los estándares reales, verdaderos y divinos para mi vida. Una y otra vez pequé contra ellos, pero mis pecados me llevaron directamente a los brazos de Jesús, me impulsaron a reclamar Su sangre redentora que abrió la fuente de Su amor.

Jesús está esperando nuestro amor. Jesús es vida y amor palpitantes y quiere impartirnos su naturaleza. Por tanto, sólo nuestro amor, que brota de la vida divina y eterna que Él nos ha concedido, es la respuesta adecuada a Su amor por nosotros. Este amor nos lleva a guardar Sus mandamientos, "el que me ama, mi palabra guardará," Juan 14:23. Y a desprendernos de lo terrenal. El joven rico ofrecía sacrificios y cumplía los mandamientos, pero tenía apego y amor por las riquezas y cosas materiales.

El amor divino tiene un poder radiante. Irradia felicidad y gran alegría. El Esposo es el Maestro del gozo, que ha sido ungido con óleo de alegría más que sus compañeros (Salmo 45:7). Su novia participa de este gran gozo. Ella le pertenece a Él, el Sol del amor, que brilla con luz y alegría. Ella está unida a Él en matrimonio. Su resplandor gozoso cae sobre su ser. Es el amor lo que trae más dicha y alegría que cualquier otra cosa al mundo. El gozo de una novia terrenal no es más que una débil sombra del gozo verdadero y eterno de la novia del Cordero. El amor nupcial por Jesús está lleno de deleite. No hay amor más grande, más feliz, más alto, más rico. - Basilea Schlink