ENERO 14

Elías.... Oró fervientemente." Santiago 5:17.
Este es el testimonio del Espíritu Santo, por medio del apóstol Santiago. La oración eficaz y ferviente de un hombre justo, que puede mucho. Todas las oraciones de la Biblia brillan con el color blanco de la intensidad. Recordemos cómo luchó Jacob, David suspiró y derramó su alma; la importunidad del mendigo ciego y la persistencia de la madre sirofenicia; el fuerte clamor y las lágrimas de nuestro SEÑOR. En cada caso, hay una vehemente súplica. La oración sólo se contesta para la gloria de Cristo, pero no se contesta a menos que vaya acompañada de tal fervor que demuestre que la bendición buscada es realmente necesaria.
Porque UNA ORACIÓN FERVOROSA: ¡Jadea de anhelo y palpita, sin ninguna apatía! ¡Sin interés decreciente! ¡Sin ojos somnolientos! ¡Oh, oró con tanto poder y fervor, con vehemencia e intensidad de corazón, guiado por Espíritu Santo! Tal fervor como el de Elías es cuando buscamos el cumplimiento de la promesa divina, no para nosotros mismos, sino para la gloria de Dios, en ese caso es imposible ser demasiado fervorosos o estar demasiado llenos de energía para la oración.
LA ORACIÓN DE ELÍAS FUE HUMILDE. "Se postró y puso el rostro entre las rodillas". 1 Reyes 18:42 Es cierto, eres un hombre redimido por Jesucricsto; pero nunca podrás olvidar tu nombre original, pecador. En la parábola del fariseo y el publicano podemos apreciar los efectos de la humildad en la oración. El fariseo puesto de pie, oraba consigo mismo: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros, ni como este cobrador de impuestos....Ayuno dos veces por semana, doy diezmos de lo que gano, pero el cobrador de impuestos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: "Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador." Lucas 18:11-13
Observemos la humildad del publicano. No se atreve a mirar a lo alto. Pues su conciencia le humilla, pero la esperanza lo levanta. Cree que merece un castigo; por eso Dios perdona la culpa a este hombre que confiesa su falta: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador!" luc.18:13 Este es un hombre que ora con humildad. Se mantuvo a distancia, pero el SEÑOR se acercó a él para escucharle. "El SEÑOR es sublime, atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos. " Salmo 138:6 " El publicano bajó a su casa justificado, pero el soberbio fariseo no." Lucas 18:14 Es importante que insistas en lo que es el fundamento de la santidad y de la bondad. Es decir, la virtud con la que Jesús se presenta explícitamente como modelo: "LA HUMILDAD." (Mt 11,29) La humildad interior más que exterior. Reconoce que tú eres verdaderamente una nada, débil, plagado de defectos, capaz de cambiar el bien en el mal, de abandonar el bien por el mal, de atribuirse el bien y justificarse en el mal, y, por amor a este mal menospreciar a Cristo que es el bien supremo. -Agustin
ELIAS ORÓ CON FE EXPECTANTE. "Todas las cosas que pidan, orando, crean que las recibirán" (Marcos 11:24). La Fe es la condición indispensable de toda oración verdadera. Es el don del Espíritu Santo. Prospera con el ejercicio. Se fortalece alimentándose de las promesas: La Palabra de Dios es su alimento natural. Latía con fuerza en el corazón de Elías. Sabía que Dios cumpliría su palabra. Estaba seguro de que en poco tiempo su oración sería respondida y la promesa de Dios se cumpliría.
La presencia o ausencia de fe es una gran prueba en la oración. Donde está presente, estamos tan seguros de la respuesta que convertimos la petición en acción de gracias. Pero dónde está ausente, la oración continua no logra iluminar el espíritu con la convicción de una respuesta venidera, el SEÑOR dirá: "No me pidas más sobre este asunto." Hay una fe que Dios no puede rechazar; al que todas las cosas son posibles; que se ríe de la imposibilidad; que puede mover montañas y plantarlas en el mar. ¡Que tal fe sea nuestra! Sólo puede ser nuestra mediante una fe cuidadosa y ansiosa. Tal fe era la de Elías.
ELÍAS PERSEVERÓ. Dijo a su criado: "Sube ahora, mira hacia el mar". Y él subió, miró y dijo: "No hay nada". ¡Cuantas veces hemos orado y como el criado decimos: ¡No hay nada! No hay lágrimas de penitencia. No hay síntoma de enmienda en esa vida pecaminosa. No hay señal de liberación en esas dolorosas perplejidades. ¡No hay nada! Y como no hay nada cuando hemos empezado a orar, dejamos de orar. Sin darnos cuenta que la respuesta de Dios viene en camino.
No fue así con Elías. "Y él dijo: Vuelve siete veces" 1 Rey. 18:43. Una y otra vez el muchacho volvía a su amo con el mismo mensaje. "No hay nada;" Pero Elías insistió diciendo dijo: "Ve otra vez". Y eso se repitió siete veces. No fue una prueba pequeña para la resistencia del profeta; pero no fue probado más de lo que podía soportar, y con la prueba vino suficiente gracia así la pudo sobrellevar. Nuestro Padre retiene la respuesta, para que podamos ser conducidos a un punto de intensidad, que bendecirá nuestros espíritus para siempre, y del cual nunca retrocederemos. El salmista dice: " Ciertamente ninguno de los que esperan en Ti será avergonzado;" (Salmo 25:3). Así, cuando hemos perseverado por la Fe, Él con amor se vuelve hacia nosotros y dice: "¡Grande es tu fe; hágase contigo como quieres!" (Mateo 15:28). El SEÑOR espera para tener misericordia de nosotros.
LA ORACIÓN DE ELIAS FUE RESPONDIDA. Durante semanas y meses antes, el sol había estado acumulando gotas de niebla del lago y el río, del mar y el océano, acumulándolas como nubes en coronas de gloria a su alrededor. Ahora el vendaval los llevaba rápidamente hacia la sedienta tierra de Israel. "Antes que llamen, yo responderé; y mientras aún hablan, yo habré oído" (Isaías 65:24). La respuesta a tus oraciones puede estar más cerca de lo que piensas. Es posible que ya haya comenzado a descender. Dios te responderá, Así, por su fe y oración, Elías, un hombre solitario pero lleno de unción y poder de lo alto, devolvió la lluvia a Israel. La oración hace más cosas de las que este mundo conoce. ¿Por qué no hemos de aprender y practicar su secreto? Sin duda está al alcance de todos nosotros. Entonces podremos traer bendiciones espirituales del cielo, que deberían hacer que los lugares secos del corazón y del mundo se regocijen y florezcan como la rosa. - F.B.Meyer