SEPTIEMBRE 13

18.09.2021

De cierto, de cierto les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna. Juan 12:24-25

El cristianismo se cimenta en el principio de la muerte para dar vida, para resucitar. Si el grano no cae de la verde rama que lo mantiene vivo jamás dará fruto, tiene que morir, caer en tierra y ser enterrado para que después de su muerte pueda producir vida. Si no muere el grano no da paso a nueva vida. Aquí tenemos la operación interior de la Cruz -la pérdida del Yo- relacionada y comparada con ese aspecto de la muerte del SEÑOR Jesús, ilustrada por el grano de trigo, es decir, Su muerte cuyo objetivo es la fertilidad, porque el trigo produce más fruto después que muere y lo mismo sucede con las demás semillas. Un grano de trigo que tiene vida en sí, pero "queda solo". Tiene poder para multiplicar su vida a otros.

La muerte y sepultura de Jesús fueron necesarias para Su glorificación. El SEÑOR tenía que enfrentar la noche de tinieblas que le esperaba, sufrir a manos de sus enemigos, ser torturado de manera cruel para finalmente ser crucificado. Su cuerpo débil y lacerado colgando de un madero. Preguntamos ¿Pero qué gloria hay en eso? Lo cierto es que el camino hacia la gloria pasa por la cruz, Jesús murió en la cruz y fue sepultado, pero al tercer día resucitó, totalmente glorificado, como vencedor, y en esto consiste su verdadera gloria. Por medio de su muerte recibió del Padre toda gloria y potestad, y no solo eso sino que conquistó a sus enemigos y al imperio de la muerte de tal manera que ahora tenemos en Él la esperanza de la vida eterna.

Y este mismo principio aplica para nosotros; debemos morir a nuestras pasiones y deseos egoístas, morir a nosotros mismos y renunciar al mundo para poder vivir una nueva vida. La botella de alabastro debe ser quebrada para que fluya el precioso perfume de la bendición y llene toda la casa. Las uvas deben ser pisadas para producir buen vino. El trigo debe ser molido para que produzca el pan que alimenta a los hambrientos. Esta es la puerta angosta por la que debemos entrar. El SEÑOR nos lleva a través de esta senda difícil, dolorosa, profunda y oscura, hasta que nuestra fuerza natural quede eliminada para que dejemos de confiar en nosotros mismos, y nuestra propia voluntad sea cambiada por la del SEÑOR y esto solo ocurre cuando nuestro Yo, voluntad propia y afectos naturales, conocen la obra de la cruz.

La fructificación de nuestra alma depende solamente de la aceptación de la Cruz. Antes que pueda haber poder de resurrección y fruto, debe de haber muerte. De modo que cada día debemos morir a nosotros mismos, y a nuestra propia voluntad, esta deberá ser una constante en nuestras vidas: "Niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día y sígame»" Luc. 9:23. Quien rechaza llevar la Cruz dijo el SEÑOR: "no es digno de mí" Mt. 10:38; «no puede ser mi discípulo» Lc.14:27. La muerte y la resurrección permanecen como un principio constante en nuestras vidas, para operar la pérdida del Yo y el surgimiento del Espíritu Santo que nos permite permanecer en Cristo y llevar mucho fruto, porque separados de Él nada podemos hacer. Juan 15:5

Cuando morimos a una vida centrada en nosotros mismos, esto es, a toda egolatría, a una vida llena de soberbia, autosuficiencia, codicia, vanagloria y egoísmo, renacemos para vivir realmente una nueva vida en Cristo, solamente así estaremos aptos para multiplicarnos en otros con el poder de Su Espíritu Santo, para Su gloria y honra

"El que ama su vida, la perderá; "Juan 12:25 Es decir, el ególatra, el que ha hecho de sí mismo un dios, cayendo en la misma trampa y red que tendió satanás en el paraíso: Serán "como" dioses. Gén.3:5 Una promesa engañosa y falsa como todo lo que ofrece satanás, su único propósito es llevarnos a la desdicha y perdición. "El que ama su vida, la perderá ". Cuando andamos sin Cristo y cedemos a sus deseos, dice el SEÑOR: "Ustedes son de su padre el diablo y quieren hacer los deseos de su padre. Él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira." Juan 8:44

"El que aborrece su vida en este mundo, la guardará para vida eterna." Juan 12:25 ¡Pero qué esperanza tenemos! El fruto glorioso de Cristo en la Cruz, a los que creemos en Él, nos abrió un camino de renovación, de restauración, por el poder de Su Espíritu Santo operando en nuestro interior. ¡Es posible perder nuestra propia voluntad y deseos, es posible dejar toda egolatria enterrada, para resucitar con Cristo a la vida eterna! ¡Que poderosa contradicción! ¡Que gloria más grande nos espera! Estar junto a Cristo en el reino de los cielos, heredar todas Sus promesas y Su bendito reino, salvarnos de la condenación eterna, ciertamente ninguna cosa que este mundo nos ofrezca es superior a esta gloria prometida, por ello debemos morir a nosotros mismos, a nuestros pecados, para seguir a Cristo y !heredar la vida eterna!

Durante treinta años fuiste una semilla viva, un germen solitario, caído en el lado perdido de este mundo. Manso y humilde pasaste la muerte y resucitaste. Estuviste rodeado de malezas salidas del suelo fértil del mal y la necesidad. Te despreciaron, tus amigos te negaron, la soberbia te insultó, hasta que al fin lo terrible sucedió: tener que morir y en sepulcro de piedra por tres días dormir. ¡Sueño Divino, para el Varón de Dolores, experimentado en quebrantos! Eras semilla del cielo. Moriste para que de ti se levantase alta y bien arraigada la flor carmesí para Salvación de la humanidad así....-D. A.