OCTUBRE 12

Despierta, viento del norte; ven, viento del sur. Sopla en mi jardín, llévale a mi Amado su dulce perfume. Cantares 4:16
Mi corazón es un pequeño jardín de flores, y Cristo está plantando allí: "Serás como un jardín bien regado." Isaías 58:11 Cada corazón debería ser un jardín para el SEÑOR. Debemos mantenerlo siempre libre de malas hierbas, lleno de plantas, flores dulces y hermosas. Un jardín colorido no solo es una cosa hermosa, sino que también es una bendición para todos los que lo ven. Dios quiere que hagamos nuestras vidas tan preciosas como un jardín, que rediman al mundo de la tristeza y lo transformen en hermosura.
La imagen de un jardín recorre toda la Biblia. El primer hogar de la raza humana fue un jardín. Jesús fue enterrado en un jardín. Cuando se levantó, las primeras flores de primavera de la mañana de Pascua estaban brotando alrededor de Su tumba, llenando el aire con fragancia. Y a dondequiera que hayan caminado Sus pies todos estos siglos, han crecido flores de alegría, de esperanza, de paz, de vida, de amor. Él transforma el desierto del alma en un jardín de rosas.
La vida de cada uno es un pequeño jardín que debe cultivar y cuidar. No es el jardín de otro el que debemos cuidar, sino el nuestro. Para algunos de nosotros resulta más fácil cuidar los jardines de nuestros vecinos que nuestro propio pequeño lote. Pero ese no es nuestro deber.
El libro del Cantar nos presenta un jardín, como si no estuviera en su mejor momento. "Jardín cerrado eres tu." Cant.4:12 Luego hay una oración a los vientos para que puedan venir con su aliento soplar sobre él, invocar su belleza y dulzura. Espiritualmente esta oración puede tomarse como una sugerencia de lo que se necesita en muchas vidas: Despierta, viento del norte; ven, viento del sur. Sopla en mi jardín, esparzan sus aromas. Venga mi amado a Su jardín y coma sus frutos exquisitos. Cantares 4:16
La sugerencia es que los árboles, las plantas y las flores del jardín todavía están en el encierro invernal. Sabemos cómo es, justo antes de que llegue la primavera. Los árboles están desnudos, pero hay miles de brotes que solo esperan el soplo del cálido sol para hacerlos florecer. Los rosales están desnudos, cubiertos de zarzas y sin belleza, pero solo se necesita el aire agradable de la primavera y las suaves lluvias para revestirlos de una maravillosa belleza. Los campos son lúgubres y sin vida, pero hay millones de raíces verdes esperando sólo el cortejo de los cielos primaverales, para hacerlas reverdecer. Una imagen como esta la que se sugiere en la oración a los vientos: "Despierten, oh vientos, y soplen sobre esta escena invernal para llevar la belleza, la fragancia, la vida".
¿No es ésta también una imagen fiel de nuestras vidas? ¿No están nuestros dones y poderes en capullos sin abrir? ¿ Son nuestras vidas tan hermosas como deberían ser. Somos tan útiles, amables y serviciales como podríamos ser? De no ser así, necesitamos hacer esta oración continuamente: "Despierten, oh vientos de Dios, y soplen sobre el jardín cerrado por el invierno de mi corazón para que fluya la vida del Espíritu Santo en él"? La oración sugiere que solo el Espíritu de Dios puede invocar los dones y las gracias de nuestra vida. No podemos despertar el amor por los demás en nuestro corazón, sin la inspiración divina.
Deseo que mi corazón arda y se encienda para Dios. Ese fervor sólo puede encenderse con el soplo divino. en las Escrituras se habla del carácter y piedad cristianos como frutos del Espíritu Santo. Gálat. 5: 22-23 Si nuestro jardín del corazón ha de alcanzar su verdadera belleza, nuestra oración debe ser que los vientos de Dios se despierten y soplen sobre él. Es necesario el sol para que el jardín florezca y la vida del jardín del corazón después del frío invierno, no brotará, excepto por el calor del Sol de Justicia, Cristo, Él conquistará los poderes y posibilidades espirituales dentro de nosotros. Incluso los Discípulos de Cristo, después de estar con Él durante tres años, no estaban listos para el servicio, hasta que el viento del cielo sopló sobre ellos el día de Pentecostés.
Aquí se invocan dos vientos, o más bien un solo viento con dos tipos de efecto: "¡Despierta, viento del norte! ¡Ven, viento del sur!" El viento frío del norte es necesario para limpiar y purificar el aire. En la vida espiritual, también es necesario que el viento del norte se prepare para el soplo del viento del sur.
Hay un viento del norte de la convicción de pecado. Debemos tomar conciencia de nuestra pecaminosidad y darnos cuenta de nuestra necesidad de Cristo, antes de que estemos listos para volvernos a Él. David se arrepintió y dijo: "¡He pecado!" y Natán le dijo: "El Señor también ha quitado tu pecado".2Sam.12:13 Se dice que en el lugar donde David lloró un día y una noche por su gran pecado, brotó un árbol de incienso. El incienso es el emblema de la alabanza. El gozo de la salvación proviene del dolor de la penitencia.
Donde el polvo volcánico se asienta después de hacer erupción, pronto comenzaron a florecer flores. Las cenizas de las grandes calamidades, hacen un suelo fecundo en la vida humana en el que las gracias y las virtudes crecen exuberantemente. El viento del norte de la convicción de pecado prepara el aire para una vida noble y un carácter fuerte.
Luego también está el viento del norte del dolor: Tememos y huimos del dolor, pero tenemos la palabra del Maestro: Bienaventurados (felices, bendecidos) los que lloran. Mat.5:4 El maravilloso consuelo de Cristo no puede llegar, excepto donde ha estado el dolor. El viento del norte debe soplar con su fuerte y purificador ráfaga, antes de que el viento del sur pueda traer su bendición de amor y fecundidad.
No podemos recibir la maravillosa bendición de consuelo de Dios -su amor, simpatía, ternura, fuerza, sanidad- hasta que el dolor nos haya preparado para recibirla. El viento del norte debe soplar sobre nosotros con su aliento agudo y cortante, y entonces estaremos listos para que venga el cálido viento del sur con su aliento de vida celestial. "¡Ven, viento del sur! Sopla en mi jardín y esparce su hermoso perfume a mi amado".
Puede ser que el jardín de tu corazón está cerrado por el invierno. Hay capacidad casi inconmensurable para la belleza, la fecundidad espiritual, la dulzura, pero todas estas maravillosas posibilidades duermen dentro de ti. No estas pasando por tu mejor momento. Tu vida carece de riqueza, simpatía, ternura. No estas dando amor para el servicio de los demás. A tu vida le falta atractivo y encanto. Su jardín está lleno de árboles y plantas que tienen posibilidades de fructificación y fragancia, pero aún es invierno, cuando se acerca la época del verano.
Después llegó el día que nunca podrás olvidar y recuerdas cómo el viento del norte sopló sobre tu corazón con su aliento mordaz. Al principio parecía que todos los seres vivos de tu jardín debían ser destruidos. Pero pronto el cálido viento del sur comenzó a derramar sobre ti su suave y gentil aliento. Fue el amor de Cristo. Fue el soplo del Espíritu divino. "¡Ven, viento del sur! Sopla en mi jardín y derrama su hermoso perfume a mi amado". Tu oración fue respondida. El invierno se derritió y las fragantes plantas y árboles dieron su dulzura. La vida ha significado mil veces más para ti, desde ese día de gran dolor. Muchos otros se están alimentando ahora de los frutos de tu amor. El mundo es más rico para tu vida y tu ministerio.
¿En qué mes estamos viviendo hoy? Decimos que es octubre. Pero, ¿es octubre en el calendario de nuestra vida espiritual? Octubre es la época de la fecundidad madura. Los agricultores están recogiendo los productos del verano. Octubre significa madurez. ¿Pero es octubre en nuestra vida? ¿Realmente ya pasó marzo? Marzo es el mes de los árboles desnudos, los capullos sin abrir, la belleza encerrada y la vida dormida. ¿Es marzo o es octubre en tu vida? Si es sólo marzo, ora para que el viento de Dios sople sobre ti, y lleve sus dulces gracias y frutos del jardín de tu corazón a nuestro amado SEÑOR y Salvador, Jesucristo. - J.R.Miller