DICIEMBRE 12

Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: "LA PAZ SEA CON USTEDES". Juan 20:19
¡La paz sea con ustedes! ¡Cuán lleno de profundo significado es este saludo de Nuestro SEÑOR Jesucristo! "¡Paz!" De todas las palabras que llegan al oído del hombre, ninguna es más dulce y deseada que ésta. Antes de ser crucificado dijo: "La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da" Juan 14:27. Les dejo este precioso legado de paz. "Cristo es nuestra paz",Ef.2:14, Cristo morando en el corazón es la paz. Cuando ponemos el gobierno de nuestro corazón sobre Su hombro, Él establece Su reino interior como "Príncipe de Paz", Él da la verdadera paz que es parte de su reino; "porque el reino de Dios no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, Paz y gozo en el Espíritu Santo". Rom. 14:17. "Yo no doy la paz como el mundo la da". ¡Qué contraste con la paz del mundo, que consiste en la ausencia de circunstancias adversas y la posesión de bienes materiales! Dónde está el Espíritu Santo, allí descansa la paz de Dios. El mundo puede estar convulsionado y en guerras, la muerte puede ser inminente y el príncipe de este mundo puede intentar herirnos; pero el corazón que se apoya en la voluntad de Dios está libre de alarma y temores. La paz que Él nos ha dejado es la del perdón; la paz que Él nos ha legado es la de Su propia morada.
Por la muerte de Jesús los discípulos habían perdido por el momento, el objeto de sus afectos. No sabían cuánto amaban a nuestro Señor hasta que les fue quitado. Ahora sentían el vacío de un corazón dolorido. Entonces, cuando Jesús apareció, trajo Paz a sus corazones, y pudieron decir: "Halle al que ama mi alma" Cantares 3:4.
Habían perdido esa paz que proviene del sentido de unión con Dios. Entonces, cuando nuestro SEÑOR apareció, restauró la paz, porque restauró el sentido del perdón de los pecados pasados y de la reconciliación con Dios. Sin esto, no puede haber verdadera paz para el alma del hombre.
Lo que satisface el corazón es la belleza eterna de la que toda la belleza terrenal no es más que una sombra. Tarde o temprano, los problemas y la muerte causan estragos en la paz temporal. Solo Jesucristo satisface los afectos de tal manera, que la paz del alma está asegurada más allá de la pérdida: ¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Isaías 26:3. Ante el temor por el futuro con sus contingencias desconocidas; Jesús mismo es el antídoto. Mantiene el alma que confía en Él dentro de las puertas dobles de la paz.
La presencia de Cristo trae la paz al corazón. En efecto, los que gozan de la presencia de Cristo, es lógico que experimenten la tranquilidad, calma y serenidad inefables. De esta paz habló Pablo diciendo: "Y la paz de Cristo, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Él", Fil.4:7. La Paz que sobrepasa todo entendimiento, no es otra que Su Espíritu morando en el corazón, el cual colma de toda clase de bienes a quien participa de Él.
"Si tengo, profundamente arraigada en mi alma, aunque sea en madurez imperfecta, esa "vida que está escondida con Cristo en Dios", una fuente interior de calma indescriptible fluye, es mía; y en lo más íntimo de mi ser habita una profundidad de serena paz que ninguna perturbación externa puede tocar más de lo que los vientos que azotan la superficie del océano afectan sus abismos inmóviles y silenciosos". -A. Maclaren "¡La paz sea con ustedes!" "El castigo de nuestra Paz fue sobre Jesús. Por sus llagas fuimos curados." Isaías 53:5 Él mostró Sus manos y Su costado heridos, para que pudiéramos decir: "¡Roca de las Edades, herida por mi paz, déjame esconderme en Ti!