AGOSTO 11

Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno. Salmo 23:4
En estos tiempos de pandemia, en los que somos informados cada día, con las estadísticas de los que mueren por causa del virus. ¡Qué angustia sentimos cuando uno de nuestros familiares, conocidos, vecinos o amigos se contagia! Ante lo desconocido, comienza una batalla entre la esperanza y el temor. El personal médico hace todo lo posible y el ánimo parece renacer... Pero, ¿se recuperará, saldrá de esto ? A veces sí, pero otras veces la enfermedad sigue su curso, y al fin llega la muerte... que "parece" obtener la victoria.
" ¡Con qué frecuencia estamos aterrorizados ante lo desconocido, como los discípulos lo estaban «al entrar en la nube»! ¡Con qué frecuencia la incertidumbre del futuro es una prueba más difícil para nuestra fe que la presión de algún mal presente! Muchos cristianos pueden confiar en el SEÑOR en todos los males conocidos; pero ¿por qué estos temores, presentimientos y debilidad del corazón, si pueden confiar igualmente en Él para lo desconocido?
Lo
desconocido para nosotros está por encima de lo que podemos ver; un
pequeño ruido en la oscuridad nos aterran, cuando incluso los graves
peligros a la luz del día no nos atemorizan; lo desconocido, con su
misterio e incertidumbre, con frecuencia llenan el corazón de ansiedad,
de presentimientos y angustia. El creyente confía incluso ante lo
desconocido. Aquí, sin duda, hay confianza completa. El creyente hace
frente a la forma extrema de lo desconocido, su aspecto más terrible
para el hombre, y dice que aun en medio del valle de sombra de muerte,
él va a confiar allí donde no puede ver.
" AUNQUE ANDE". Andar indica el avance firme y seguro del alma del creyente que conoce la ruta, su fin, y sigue el Camino de la Vida Eterna, que es Cristo, avanza y se siente segura, y por tanto está perfectamente sosegada y calmada. El creyente seguro en el SEÑOR no se apresura, no corre ni entra en pánico; no está confundido ni avergonzado.
"EN
VALLE DE SOMBRA DE MUERTE." Hace alusión a la oscuridad e incertidumbre
del tema. Es un lugar desconocido sin distinciones de habitantes; allí
están los pobres y los ricos, los jóvenes y los ancianos, con sus
cuerpos en igual corrupción y deshonra, donde sus almas solo son
distinguidas sólo por su carácter moral. Allí donde todos debemos
abandonar el cuerpo, comparecer ante el trono de Dios. Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo bueno o lo malo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo. 2Cor. 5:10
Este valle, es el camino de toda carne, a la tumba, de donde no hay retorno a este mundo, donde se dejan familiares, amigos, todo lo vivido y los placeres. Hugo Mckail mártir de Jesucristo, en sus últimas palabras antes de ser ejecutado, lo expresó así:
«Ahora dejo de hablar a las criaturas y me dirijo a Ti, oh SEÑOR. Ahora empiezo mi conversación con Dios, que nunca será interrumpida. Adiós, padre y madre, amigos y parientes; adiós, comida y bebida; adiós, mundo, con todos sus deleites; adiós, sol, luna, estrellas. Bienvenido, Dios y Padre mío; bienvenido, dulce Jesucristo, Mediador del Nuevo Pacto; bienvenido, Espíritu Santo, Dios de toda consolación; bienvenida, gloria; bienvenida, muerte.».... "Pues el Espíritu y la esposa(la iglesia, el creyente) dicen: Ven.
"¡Que
consuelo y qué esperanza tan grandes tenemos los cristianos! Preguntó
Pablo: ¿Dónde está muerte tu aguijón? 1Cor.15:54. Dicen que cuando una
abeja ha dejado su aguijón en alguien ya no tiene más poder para dañar.
La muerte ha dejado su aguijón en la humanidad de Cristo y ya no tiene
poder para dañar al hijo de Dios. La victoria de Cristo sobre la tumba
es la victoria del cristiano. Cristo ha dado muerte a la muerte, para
que los hijos de Dios puedan triunfar sobre ella. Él dio la victoria
sobre la muerte a todos los que creen en Él, sufrió en la Cruz la
condenación que merecíamos debido a nuestros pecados. Resucitó, después
de haber sufrido todo el castigo en nuestro lugar. Así, que Todos los
que creen son justificados por la fe, ¡y TODOS sus pecados son
perdonados!
La muerte en su sustancia ha sido eliminada y sólo queda de ella su sombra. Donde hay una sombra tiene que haber luz. La muerte se halla junto al camino por el que debemos transitar, y la luz de Cristo brillando sobre el caminante proyecta una sombra a nuestro paso; ¡¡Alegrémonos de que el poderoso y fulgurante del Sol de Justicia, Cristo, nos da Su luz y nos guía hasta al cielo!!
"NO TEMERÉ MAL ALGUNO PORQUE TÚ ESTARÁS CONMIGO." Así esta muerte corporal es una puerta para entrar en la vida, y por tanto no es de temer si lo consideramos debidamente, puesto que es confortable; no un daño o agravio, sino el remedio para el mismo; no un enemigo, sino un amigo; no un cruel tirano, sino un guía considerado que nos lleva, no a la mortalidad, sino a la inmortalidad; no a la aflicción y al dolor, sino al gozo y al placer, y esto durará para siempre.
El que tiene al SEÑOR por compañero no debe temer ningún peligro. ¿Conoces la dulzura, la seguridad, la fuerza del «Tú estás conmigo? Cuando vemos venir la hora solemne de la muerte, cuando el alma está dispuesta a detenerse y preguntar: ¿Qué será? podemos volvernos en el afecto de nuestra alma hacia Dios y decir: "¿Por qué he de temer si voy a encontrarme con el que he Amado, mi SEÑOR y Salvador Jesucristo? No hay nada en la muerte que pueda dañarme en tanto que tu amor no me deje". Entonces, escucharás el susurro del SEÑOR: "No temas, en ese momento, siempre estaré contigo". - C.Spurgeon
ORACIÓN: "Mientras que estoy en el mundo y aquí permanezco, soy pobre peregrino, y huésped de esta tierra. Y así saldré, como sombra que pasa, como pluma que lleva el viento, como huésped de una noche, así después perece toda esta presente vida, es como una brevísima noche, mis días son pocos, y en breve se acabaron, y pasaron, y serán como si no hubieran sido. La vida del hombre es como la hierba; brota como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir, y nadie vuelve a saber de ella. Pero el amor del SEÑOR es eterno para aquellos que lo honran. Salmo 103:15-16
Breve
es sobre la tierra la memoria del hombre, tanto para los conocidos,
como para los extraños, nuestros años se van como un suspiro. Porque
eternamente estará junto a Dios, que nunca muere. Feliz es el que no
pone en el hombre su esperanza, ni se alegra demasiado en cosas del
mundo, sino que tiene su corazón fijo en el Cielo, que aquí todo es
caduco y vano. Hazme saber, SEÑOR, mi fin, y cuánta sea la medida de mis
días, sepa yo cuán frágil soy...como una sombra es el hombre;
Ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las
recogerá. Salmo 39:4-6
Que el anhelo por el mundo se seque en mi corazón, y solo me sea deseable mi Dios y mi SEÑOR, esposo inmortal. Nada traje a este mundo y sin duda nada sacaré de él.1 Timoteo 6:7 Que el anhelo por los lujos, riquezas perecederas, vanidades, fama, reconocimiento y poder, mueran en mi corazón; que para mi el vivir sea Cristo y el morir ganancia. Filipenses 1:21 Amargo vaso, en verdad engañoso es el gozo transitorio de esta vida, beban los que quieran de él, porque después penarán la dura desolación, y cuanto en esto fueren más embriagados, tanto más amargamente serán atormentados, porque lo gustoso de este mundo, pasará con más celeridad, que el viento, y dejarán a sus amadores dolores.
Hagan
morir en ustedes todo lo que sea terrenal. Col.3:5 Huye de mi gloria
pasajera, necia, y carnal a muchos llevas, y engañas, pero al fin los
dejas sumergirse en desdicha. Que suave y saludable gozo es sentarse en
la soledad, callar y hablar con Dios y gozar solo de ÉL que es el sumo
bien. ¡Que pudiera estar unido a Dios, de suerte que no fuera movido por
ningún afecto, o distracciones de cosas transitorias! Cuantas veces
muere mi alma por las criaturas que ama y muchas veces el SEÑOR es
olvidado por ellas.
Hagan morir, pues, lo terrenal en ustedes. Colosenses 3:5 El que está muerto al mundo, no está en el mundo, sino en Dios.Las cosas del mundo vanas y engañosas pasan como nada, aunque parecen florecer son inconstantes, desapareciendo sus súbitos placeres, me dejan entre espinos y abrojos de mala conciencia. ¡Ay de mi SEÑOR! porque creí con rapidez en la vanidad y a ella asentí, y a ti que eres la misma verdad, tan fácilmente deje, ¡Oh cuanto en esto falle! porque no pospuestas todas las cosas, a Ti solo debí seguir. Porque fui hecho para amarte, pero te perdí, siguiendo las criaturas desordenadamente, y en ellas no halle quietud alguna de mi corazón, ni consuelo; conviérteme SEÑOR a Ti, y no quieras dejarme entre cosas terrenas, que siguiéndote me prometiste darme las Celestiales.... ¡Amen! " -Tomás de Kempis