JUNIO 11

02.06.2021

Antes bien, revistámonos del SEÑOR Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de nuestra naturaleza humana. Romanos 13:14

Puede saberse mucho de la gente por su forma de vestir. En el mundo antiguo lo mismo que hoy, la ropa tenía un significado podía reflejar el estatus socioeconómico de una persona, su estado de ánimo, su recato, sus prioridades, incluso su carácter. Y el Nuevo Testamento utiliza la metáfora del vestido para describir aspectos diferentes, pero estrechamente relacionados de nuestra relación con Jesucristo, el hijo de Dios.

Para ser revestidos de Cristo, primero Él debe morar en nuestro corazón por la Fe. La gracia pone a Cristo en nuestro interior y nos capacita para que nos revistamos de Él también en nuestro exterior. Por lo tanto, todos los que han entregado su vida a Cristo por la fe tienen el estatus de "revestirse de Cristo". (Gálatas 3:26-27). Como cristianos no andemos desnudos sin la cubierta apropiada, vistámonos de Cristo. "Y la paz de Dios gobierne en sus corazones, a la que asimismo fueron llamados en un solo cuerpo; y sean agradecidos." Col.3:15

Revestirse de Cristo implica una TRANSFORMACIÓN COMPLETA: Nos quitamos las vestiduras sucias del viejo hombre de pecado(en Adán pecamos todos) y renovamos nuestros vestidos con el nuevo hombre(Cristo), creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad" (Efesios 4:22-24) Nos vestimos de las obras de Cristo y nos desnudamos del pecado. Dejamos de vivir una vida de desobediencia a Dios y a sus caminos. Y como nos instruye Pablo: Antes bien revistámonos del SEÑOR Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de nuestra naturaleza humana. 

Jesucristo debe ser nuestro vestido cotidiano, que el Espíritu Santo nos ayude. Lo tendremos por medio de la fe, la esperanza, el amor, la humildad, la oración, la pureza, la paciencia, el celo, la buena voluntad, los frutos del Espíritu. Por fe el alma cubre su debilidad con Su fortaleza, su pecado con Su expiación, su locura con Su sabiduría, sus fracasos con Sus triunfos, su muerte con Su vida, sus errores con Su verdad. Vístete con el Espíritu y la gracia de Cristo, para santificación.

Vístete de la Justicia de Cristo, para justificación; lo tomamos a Él para que sea realmente nuestro, y así, de hecho, Su justicia se vuelve nuestra "Por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos." (Rom. 5:19) La justicia de Cristo se compara con una prenda, se recibe por la fe, es la mejor túnica limpia y blanca, y cambia los vestidos sucios, por la obra de imputación de la gracia del Padre, que cubre los pecados y las defectos de Su pueblo, los defiende y salva de la ira venidera de Dios, los hermosea y hace aceptables a su vista.

No olviden vestirse del SEÑOR en todo tiempo de tribulación. No se lo quiten cuando llegue el momento de la adversidad. "Así como Naamán, general del ejército de Siria, quien sufría de lepra se tuvo que bajar del caballo y despojarse de sus vestidos, humillarse y entrar al río para poder ser limpio de su lepra, es lo mismo que el Señor espera de hombres y mujeres como tú, que estén dispuestos a descubrirse delante de Su presencia para ser revestidos de ÉL, y sumergirse en el río de Su Sangre preciosa, para ser limpiados y santificados, y así poder llevar a cabo sus propósitos eternos en esta tierra." Paul Washer

El que está revestido de Jesucristo, no siente trabajos ni dificultad, ni obligación en seguir sus pasos y sus caminos; solo experimenta bienes y dulzuras aun en las tribulaciones. Jesucristo nos reviste, nos adorna y nos corona, y así, con Isaías podemos decir: En gran manera me gozaré en el SEÑOR, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestidos de Salvación, me rodeó de manto de Justicia, como a novio me atavió, y como a novia compuesta de sus joyas. Isaías 61:10

Revestirse de Cristo nos prepara para ser vestidos de inmortalidad en el mundo venidero: Pablo explica que "este cuerpo perecedero debe vestirse de lo imperecedero, y este cuerpo mortal debe vestirse de inmortalidad" (1 Cor. 15:53). Y mientras esperamos ese día, suspiramos anhelando ser revestidos de nuestra morada celestial, ya que así nos encontrará vestidos y no desnudos." (2 Corintios 5:2-3)

Así, cada creyente se ha revestido de Cristo en virtud de la confianza en quién es Jesús y lo que ha hecho por cada uno. Estamos llamados a revestirnos de las cualidades y virtudes de carácter que reflejan nuestra identidad como hijos de Dios. Perseguimos este elevado objetivo en previsión del día en que nos quitaremos nuestros cuerpos mortales y nos pondremos cuerpos resucitados que reflejen plenamente el propio cuerpo de la resurrección de Cristo.