JUNIO 10

" Las palabras del SEÑOR son palabras puras, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces refinada." Salmo 12:6
" Las palabras del SEÑOR son palabras puras." En esta declaración no se hace ninguna excepción a ninguna de las palabras del SEÑOR, sino que todas son descritas como "palabras limpias''. No todas son del mismo carácter; algunas son para enseñar, otras son para consolar, y otras para corregir; pero son de un carácter uniforme de tal forma que todas son "palabras limpias." En el comercio hay diferentes tipos de plata, como todos ustedes saben: plata impura y plata libre de metales inferiores. La Palabra de Dios es plata sin escoria; es como plata que ha sido purificada siete veces en un crisol de tierra en el horno, hasta haberla despojado de toda partícula sin valor: es plata absolutamente limpia. Jesús dijo: "Tu palabra es verdad." Es verdad revestida de bondad, sin mezcla de mal. Los mandamientos del Señor son justos y rectos. Este es el Libro más limpio, más claro, más puro, que existe entre los hombres. Y en el sentido de verdad, es sin mezcla de error. Creo que no hay ningún error en el original de las Santas Escrituras, de principio a fin. Puede haber, y hay, errores en las traducciones, pues los traductores no son inspirados; pero inclusive los hechos históricos son correctos. La duda ha sido arrojada sobre ellos aquí y allá, y algunas veces con gran despliegue de razón: duda que ha sido imposible responder por algún tiempo; pero tan solo den suficiente espacio, y suficiente investigación, y las piedras sepultadas en la tierra gritarán para confirmar cada letra de la Escritura. "Las palabras del SEÑOR son palabras puras": no hay ningún error de ningún tipo en toda su extensión. Estas palabras provienen de Aquél que no puede cometer errores, y que no puede tener el deseo de engañar a Sus criaturas.
Además, las palabras del SEÑOR son confiables: no tiene en sus promesas ninguna mezcla de fallas. Observen esto. Ninguna predicción de la Escritura ha fallado. Ninguna promesa que Dios haya dado, resultará ser mera palabrería. "El dijo, ¿y no hará?" Tomen la promesa como el SEÑOR la dio, y la encontrarán fiel a cada jota y tilde de ella. El cumplimiento de una promesa ha sido algunas veces demorado más allá del período que mi impaciencia hubiese deseado; pero la promesa se ha cumplido en el momento preciso, no únicamente al oído, sino también en obra y en verdad. Tú puedes apoyar todo tu peso sobre cualquiera de las palabras de Dios, y te sostendrán. En tu hora más oscura puedes estar desprovisto de luz pero cuentas con una sola promesa, y sin embargo esa sola luz convertirá tu medianoche en un brillante mediodía. Gloria sea dada a Su nombre, las palabras del SEÑOR son sin mal, sin error, y sin fallas.Las palabras del SEÑOR son un cimiento firme, y nuestra esperanza eterna está sabiamente construida sobre ellas. No podemos permitir que nadie nos despoje de esta base de esperanza. En tiempos antiguos los hombres eran quemados antes que dejaran de leer sus Biblias; nosotros soportamos oposiciones menos brutales, pero que son bastante más sutiles y difíciles de resistir. Dejémonos guiar siempre por esas palabras eternas, porque ellas siempre estarán con nosotros.
" Como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces refinada." Las palabras del SEÑOR son preciosas. David compara las palabras del SEÑOR con la plata refinada, y la plata es un metal precioso: También las ha comparado con oro puro. Salmo 119:127. Las palabras de Dios son como lingotes de oro. Cuando las tienes empuñadas por la fe, tienes la sustancia de las cosas esperadas. La fe encuentra en la promesa de Dios la realidad de lo que busca: la promesa de Dios es tan buena como su propio cumplimiento. Como la plata es la moneda corriente del comerciante, así son las promesas de Dios, moneda corriente, efectivo, tanto para el cielo como en la tierra. Las palabras de Dios, ya sean de doctrina, de práctica, o de consuelo, son de metal sólido para el creyente que sabe cómo ponerlas en la billetera de fe personal. Como los hombres y las mujeres se engalanan con plata a manera de ornamento, así son las palabras del SEÑOR nuestras joyas y nuestra gloria. Las promesas son cosas bellas que son un gozo para siempre. Cuando amamos la Palabra de Dios, y la obedecemos, la belleza de la pureza está en nosotros. Éste es el verdadero ornamento del carácter y vida del cristiano, y la recibimos como un don de amor del Esposo de nuestras almas. "No hay tesoros en la tierra que enriquezcan así la mente, Ni Tu palabra será vendida Por cargamentos de plata bien refinada, Ni por montones del oro más escogido."
Las palabras del SEÑOR son como la plata que ha soportado los fuegos más hirvientes. Verdaderamente, la Palabra de Dios ha soportado el fuego en todos los tiempos; y fuego aplicado en sus formas más voraces: "probada en horno de tierra, purificada siete veces" es decir, en ese horno que los refinadores consideran como su último recurso. Si el diablo hubiera podido destruir la Biblia, habría traído los más hirvientes carbones del centro del infierno. Él no ha sido capaz de destruir una sola línea. El fuego, de acuerdo al texto, era aplicado de una manera muy diestra: la plata era colocada en un crisol de tierra, para que el fuego pudiera alcanzarla completamente. El refinador está muy seguro de emplear su calor de la mejor manera conocida para él, con el objeto de derretir la escoria; de igual manera, hombres con habilidad diabólica se esfuerzan por destruir las palabras de Dios, mediante la más astuta censura. Su objetivo no es la purificación; es la pureza de la Escritura lo que les incomoda, y tienen por objetivo destruir el testimonio divino. Su labor es en vano; pues el Libro sagrado todavía permanece: "Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre." Isaías 40:8 y 1 Pedro 1:25
Sí, las palabras del Siempre Bendito SEÑOR no cambian. Son como plata refinada, sin escoria, que continuará de edad en edad. Esto es lo que creemos, y en esto nos regocijamos. Y no es una carga sobre nuestra fe creer en la permanencia de la Santa Escritura, pues estas palabras fueron habladas por quien es Omnisciente, y lo sabe todo; por tanto no puede haber error en ellas. Fueron habladas por quien es Omnipotente, y puede hacerlo todo; y por tanto, Sus palabras se cumplirán. Fueron habladas por quien es Inmutable, y por tanto estas palabras no sufrirán nunca alteración alguna. Las palabras que Dios habló hace miles de años son verdaderas a esta hora, pues provienen de quien es el mismo ayer, hoy y para siempre. Quien habló estas palabras es infalible, y por tanto las palabras son infalibles. ¿Cuándo erró Él alguna vez? ¿Podría cometer errores y sin embargo ser Dios? "El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?" Estén seguros de esto: "Las palabras del SEÑOR son palabras puras." - C.Spurgeon