DEVOCIONAL DE HOY

Seguir a Jesús supone afrontar una existencia insegura y llena de adversidades, y el miedo de los discípulos es más fuerte que su confianza. Jesús reprocha a sus seguidores la falta de fe: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?" Mateo 14:31 Sólo después de este llamado a la fe Jesús realiza el milagro. Jesús pregunta sorprendido a los suyos: ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?
La fe es todavía débil en aquel que teme. La fe disipa el temor, porque llena de Dios el corazón a todo el hombre. La luz de la fe quita de todos los rincones la sombra de la preocupación y de la angustia. "Hombres de poca fe", es decir, la fe existe, pero es pequeña, es escasa, de lo contrario no habría esperado que Él los ayudara; En esta situación se encuentra a menudo el discípulo de Jesús. Cree, pero no íntegramente, espera ayuda de lo alto, pero no toda la ayuda; no se sabe todavía enteramente a salvo en Sus manos sustentadoras.Pero que tu confianza no nazca de la indiferencia, de la ignorancia de los peligros, de tu propia confianza o de la confianza en los hombres. Los peligros que corres son inminentes; los demonios, enemigos fuertes y astutos, su naturaleza pecadora y el mundo mismo les harán una guerra encarnizada. Y en esta vida, la tempestad es casi constante, y tu barca está siempre cerca de zozobrar. Pero no olvides, estoy ahí, contigo, ¡esta barca es insumergible! Desconfía de todo, sobre todo de ti mismo, pero ten una confianza total en mí que he desterrado toda ansiosa inquietud. -Charles de Foucauld
Debes recordar que el Hijo de Dios, el Mesías, está a bordo. No debes olvidar que tiene poder para salvarte. Entonces los cristianos nunca deben temer al peligro, la enfermedad o la muerte. Con Jesús están a salvo. Ningún enemigo puede alcanzarlos; "Porque yo vivo, ustedes también vivirán." Juan 14:19. -Albert BarnesSe dirigen a él con un grito: «Señor, sálvanos, que perecemos». La invocación «Señor» señala la fe de los que hablan. El grito de «sálvanos» es una petición de ayuda de esa Iglesia que se ve enfrentada con la prueba. Con esta expresión, que todo creyente puede repetir en cualquier momento de su vida, se inicia un diálogo de Jesús con sus seguidores.
El miedo de los discípulos es más fuerte que su confianza (Mt 8,25). Jesús reprocha a sus seguidores la falta de fe (Mt 6,30; 8,26; 14,31; 16,8). A pesar de ello, el Maestro les muestra su poder sobre los elementos de la naturaleza. Sólo después de esta llamada a la fe Jesús realiza el milagro.
26-27 26 Pero él les dice: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. 27 Los hombres quedaron admirados y se preguntaban: ¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y la mar le obedecen?
Una vez despertado, Jesús pregunta sorprendido a los suyos: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe? La fe es todavía débil en aquel que teme. La fe disipa el temor, porque llena de Dios a todo el hombre. La luz de la fe quita de todos los rincones la sombra de la preocupación y de la angustia. Son «hombres de poca fe», es decir, la fe ya existe, de lo contrario ya no hubiesen esperado que él los ayudara; pero todavía es escasa, de lo contrario no hubiesen afirmado angustiosos que estaba perdidos. En esta situación se encuentra a menudo el discípulo de Jesús. Cree, pero no íntegramente, espera ayuda de arriba, pero no toda la ayuda; no se sabe todavía enteramente a salvo en las manos sustentadoras del Padre, como Jesús ha enseñado (cf. 6,25-34). Jesús refrena las fuerzas desencadenadas y reprime la furiosa tormenta y el mar agitado. De repente el lago se queda muy tranquilo, el tumulto parece que se ha desvanecido como un fantasma. La gente pregunta sorprendida. ¿Quienes son los que preguntan: los discípulos, o los que están en la otra orilla, o en general los hombres? No es eso lo que interesa, sino solamente la pregunta acerca del hombre misterioso: ¿Qué clase de hombre es éste? Antes la gente se asombró del mensaje propuesto con autoridad (7,28), ahora se asombra de su acción poderosa, del dominio de la tormenta y del mar. Le obedecen los elementos igual que los demonios y las enfermedades. ¿No tiene que obedecerle también el hombre, si Jesús tiene tal poder? ¿No es realmente Señor y maestro, como le llaman los discípulos? ¿No es también el Señor de mi vida? El discípulo debe seguir al maestro incondicionalmente, y contar sólo con él. Deja el recogimiento de su casa («no tiene dónde reclinar la cabeza») y de su familia («deja a los muertos que entierren a sus muertos»).
El seguimiento es una llamada para dejar los compromisos terrenos y tomar un solo compromiso, a saber, el que se toma con el Señor. Eso vino a ser el acontecimiento del lago. En él tuvo lugar un tercer desprendimiento: el desprendimiento de la confianza en las propias facultades. En el lago se experimentó lo que significa en último término el seguimiento de Jesús: él está en la barca y en el centro, él sólo basta, puede suceder en torno lo que él quiera; está oculto en Dios; sólo él nos puede liberar. Vivir de estas verdades es la incumbencia de la fe, que desde los comienzos raquíticos debe llegar a la confianza ilimitada, desde la fe escasa hasta la plenitud de la fe. Esta escena puede estar con frecuencia ante nuestros ojos, aunque todas las apariencias sean de signo contrario. Sin embargo, Jesús está en la barca… Wolfgang Trilling
"Hijos míos, pase lo que pase, recordad que yo estoy siempre con vosotros. Acordaros que, visible o invisible, despierto o dormido, vigilo siempre, estoy por todas partes, soy todopoderoso. No tengáis jamás ningún temor, ninguna inquietud: estoy ahí, vigilo, os amo, lo puedo todo… ¿Qué más hacer por vosotros?… Acordaros de estas tempestades, cuando erais tranquilizados con una palabra, haciendo suceder una gran calma.Tened confianza, fe, y coraje; acordaros sin inquietud por parte de vuestro cuerpo y vuestra alma, pues yo estoy ahí, todopoderoso y amándoos.
Pero que vuestra confianza no nazca de la dejadez, de la ignorancia de los peligros, ni de vuestra confianza o la de otras criaturas… Los peligros que corréis son inminentes; los demonios, enemigos fuertes y astutos, vuestra naturaleza pecadora y el mundo mismo os harán una guerra encarnizada. Y en esta vida, la tempestad es casi constante, y vuestra barca estás siempre cerca de zozobrar… Más no olvidéis, estoy ahí, contigo, ¡esta barca es insumergible! Desconfiad de todo, sobretodo de vosotros, pero tened una confianza total en mí que he desterrado toda inquietud.-Charles de Foucauld